Once de Enero - El egocentrismo de las musas.

Sería musa para ti. Nunca lo sabrás, y en realidad nunca lo haría, pero lo sería. Si tuviera más edad, quizá, sería probable. Si no tuviera casi dos decenas sino una treintena.

Lo sería durante una temporada corta de tiempo. Una semana, quizás dos. Unos cuantos días encerrada contigo en un piso pequeño, o donde quiera que vivas. Días en los que escucharíamos música, bailaríamos como idiotas, o me mirarías mientras bailo, esta vez más en serio. Días en los que cada uno de mis pestañeos sería una gota de inspiración para ti, y escribirías alabanzas sobre mí.

Qué egocéntrica.

Días de perdernos por las sábanas, de sentir ira y gritar para reconciliarnos minutos después con un beso. Días de películas en el sofá, con bebidas calientes cerca de nosotros y una manta que nos cubriera. Noches en vela hablando de filósofos, o de cosas extrañas. Largos baños y desnudez sin vergüenza.

Y luego desaparecía. Sería lo mejor, si pasara, que no pasará. Al fin y al cabo, es imposible. Son desvaríos de mi mente, de mi imaginación, que a veces llega a lugares insospechados con gente insospechada.

Pero sí, sería lo mejor. Terminaría así. Un día te despertarías para descubrirme poniéndome la ropa, habiéndome tomado apenas una magdalena, saliendo de tu casa a las ocho de la mañana. Te acercarías a mí para preguntarme por qué me voy mientras yo me estaría poniendo los zapatos. "Porque esto no puede durar más", te diría, "este limbo de tiempo detenido y de desaparecer del mundo."

Y así, te dejaría. Sin dedicarte una última mirada, porque sé que encontraría en tus ojos tristeza y confusión mezcladas. Sin darte un último beso, sin más palabras. Me iría a otro lugar, dejando de ser inmigrante en tu hogar. Volvería a mi sitio y luego buscaría todo lo que hubieras escrito sobre mí, rememorando con morriña los días que pasamos juntos, sonriendo con cierta tristeza.

Y todo esto por soñar contigo.