17 abr 2014

[Intoxicados 23] - ...y salva.

Llevo desde las ocho de la mañana esperando. Han pasado más de veinticuatro horas desde que Saya se fue ayer. Recuerdo que me levantó el dedo corazón y tuve que hacer que me desmayaba porque no podía aguantar más una sonrisa. Cuando se dio la vuelta, me dediqué a observar cómo se iba, notando que con ella marchaba cualquier resquicio de alegría.
Estuve horas en el recibidor, mirando hacia fuera. Tenía la absurda esperanza de que volvería a cada instante. De que me diría: "¿Sabes qué? Se lo han asignado a otra persona. Puedo quedarme aquí". Acabé por quedarme dormido, tumbado en el suelo. Desperté cuando eran ya las cuatro de la tarde y el silencio de mi casa me abrumó. Saya no había vuelto, obviamente. No estaba siendo todo una pesadilla. Era de verdad. Se había ido y no volvería.
Me levanté y me hice algo para comer. No demasiado, no tenía apetito.
Me avergoncé un poco de mí mismo al pensar que las últimas palabras que le había dedicado eran sobre que todavía no nos habíamos acostado. Quería gritar que la quería, que necesitaba que volviera... pero ella no quería eso, ni lo necesitaba. Ella necesitaba subir sus ánimos, al fin y al cabo, se enfrentaba a algo peor que yo.
Y quien sabe si se sigue enfrentando. No sé a qué hora volverá. Se supone que vuelve hoy, pero... ¿cuándo? ¿Y cómo sé que volverá? ¿Cómo sé que podré volver a estrecharla entre mis brazos, a verla metida en la bañera, a disfrutar de sus risas, a observar con fascinación cómo sonríe, a sentir la suavidad de su piel, a dormir a su lado, a sentirme tan feliz o a hacer duetos con el piano? 
No puedo... no puedo saberlo, ni puedo perderla. Tengo demasiado por vivir con ella. No sé hasta dónde llegaremos, pero el asunto es que podemos llegar tan lejos, tan absolutamente lejos... y si de pronto no vuelve, todo eso se desvanece. Volveré a estar solo, y no deseo eso. Quiero a Saya a mi lado.
Apoyo la cabeza en la mesa, y comienzo a pedir en silencio, sin saber bien a quién, que por favor haga que Saya esté bien, que vuelva, que no le ocurra nada malo. Que pueda volver a oír su voz. Sólo eso.
Suplico no sé cuánto tiempo. Suplico por ello al vacío y silencio que me rodean hasta que los párpados empiezan a pesarme y termino por quedarme dormido.
***
Me despierta un ruido. Levanto la cabeza inmediatamente, aturdido, confuso. El primer pensamiento que pasa por mi cabeza es que alguien ha entrado en casa. Escucho con atención hasta que identifico varios sonidos que vienen de la entrada. Me levanto rápido como el rayo, pidiendo que por favor sea Saya.
Salgo del salón y miro a la entrada. Ahí está, sentada en el suelo. Se quita una de sus botas, y yo me acerco. Me quedo a su espalda, observando su uniforme manchado por una salpicadura de sangre en un lateral, preguntándome si está bien. Entonces se quita la segunda bota y se levanta. 
Se gira hacia mí. Tiene una herida en la mejilla derecha, pero está bien. Nos quedamos mirándonos sin saber qué hacer hasta que reacciono. Me acerco deprisa y la abrazo con fuerza, dando gracias internamente porque está aquí. 
Ella también se abraza a mí. Agarra mi ropa como yo agarro la suya mientras me aprieta contra su cuerpo. Es como si no quisiera volver a separarse de mí, y la entiendo. Yo tampoco quiero.
- He pasado tanto miedo - me dice, entonces, y noto que su cuerpo empieza a temblar mientras sus manos atrapan más mi ropa.
- Tranquila, estás bien - digo, en tono bajo - Ya estás en casa, Saya. Nada malo puede pasarte aquí.
Se separa de mí, entonces. Me mira profundamente a los ojos. Sube las manos hasta mi rostro, y se queda
mirándome. Estoy a punto de decirle las palabras que quiere oír, cuando me besa con suavidad. Jamás sus labios me habían sabido mejor.
Respondo a su beso con la misma suavidad que ella, hasta que me decido a profundizar un poco más. Bajo las manos de su cintura a su cadera y la atraigo hacia mí. Su lengua acaricia la mía, sus dedos se pierden entre mi pelo, y su otra mano se cuela por debajo de mi camiseta.
Bajo más las manos, tocando sus nalgas, hasta que la levanto. Sus piernas atrapan mi cuerpo automáticamente. Nuestros labios no se separan, como si nos fuera a pasar algo si lo hicieran. 
Me doy la vuelta, dispuesto a ir escaleras arriba, por lo que al final tengo que separarme de ella para poder mirar a los escalones. Pretendía no soltarla, ir con ella en mis brazos hasta la planta de arriba, pero ella lo hace. Va subiendo frente a mí, quitándose la parte de arriba del uniforme, quedándose en camiseta interior y pantalones. Terminamos por subir. Entra en su cuarto, girándose en el umbral de la puerta, haciendo un signo con el dedo para que la siga, como si no fuera a hacerlo.
Cuando entro, se está desabrochando el pantalón. Observo cómo lo hace, y cómo bajo ese uniforme ancho aparecen sus femeninas piernas, sus firmes muslos; aunque esta vez tiene algunos moratones aquí y allá.
Ahí está ella, de pronto, en camiseta interior y braguitas. Parece que no se haya ido nunca de aquí. Parece que simplemente haya estado estas largas horas en su cuarto, dormida.
La observo. Su cuerpo me excita y maravilla al mismo tiempo. La manera en la que comienza a jugar nerviosamente con su trenza me hace sonreír, y es entonces cuando siento que algo en mí cambia, o algo en el ambiente. 
Miro cómo acaba por sentarse en su futón, y en ese momento yo aprovecho para quitarme la camiseta. Me siento a su lado y, entrelazando mis dedos con los suyos, vuelvo a besarla. De su boca paso a su cuello, el cual apenas rozo a ratos con los dientes, a ratos con los labios. Ella suspira, y su voz inunda mis oídos. Acaricio con la mano libre los laterales de su cuerpo, notando sus curvas, hasta que me decido a agarrar su camiseta. 
Me alejo un tanto de ella y la desnudo, dejándola en ropa interior. Entonces la empujo muy suavemente, haciendo que se tumbe, quedándome encima. Beso sus labios, luego su barbilla, su cuello, la parte descubierta de sus pechos... y sigo bajando. Termino por deslizar hasta sus tobillos lo que cubre su intimidad, y luego únicamente con la boca consigo que acabe estremeciéndose de placer, que la habitación se llene de su voz, que sus piernas tiemblen.
La abandono unos instantes, yendo a mi cuarto. Me quito lo que me queda de ropa, abro un cajón y saco un preservativo de una caja. Creo... creo que es el momento.
Vuelvo a su habitación. Ella me espera, ya recuperada del clímax, con las rodillas juntas y apoyada en sus antebrazos. Me sorprende que se haya quitado el sujetador, pero me tiendo a su lado y le muestro el preservativo aún enfundado.
Separo los labios, dispuesto a preguntarle si ella quiere, pero se acerca a mi oído y me susurra:
- Házmelo, Kiyoshi.
Sus palabras me provocan un escalofrío, y aumentan mi libido aún más. Pero sigo sintiéndome diferente. No estoy meramente excitado. No quiero solamente tener sexo con ella. Quiero expresarle de esta manera que la quiero. Es lo que siento. La quiero y esta es quizá una de las mayores maneras de demostrárselo. Quiero ver cómo se estremece gracias a mí, pero ante todo quiero entregarme a ella, sólo a ella.
Se tumba mientras yo me encargo de colocar el preservativo. Luego me coloco sobre ella. Tomo una de sus manos, poniéndola a un lado de su cabeza, y entrelazo sus dedos con los míos. Puedo notar su cuerpo temblar, esta vez de nervios, así que antes de hacer nada aprieto con suavidad su mano y beso sus labios con cariño, consiguiendo que se tranquilice un poco. Lo que ella no sabe es que yo también estoy nervioso. 
Entonces, sin apartar mis ojos de los suyos, sin desviar la mirada, empiezo a acercar más mi cadera a la suya. Pronto siento su calor, su humedad, y aunque eso haga que quiera ir más deprisa, que desee llegar más profundo; sigo yendo lentamente. Su pecho se hincha, tomando aire, pero su mirada no se aparta de mis ojos. Yo frunzo el ceño ante la agradable sensación hasta que estoy totalmente unido a ella.
Entonces Saya suelta el aire que había mantenido en sus pulmones. Me quedo observando su rostro, sus ojos oscuros, el lunar en su barbilla. Aprieto sus dedos y ella vuelve a mirarme. Es entonces cuando por fin consigo decirle que la quiero.
Ella esboza una gran sonrisa, y me dice que ella a mí también. Entonces suelta mi mano y se apoya en sus antebrazos, haciendo que de pronto sienta la caliente piel de su torso. Acerca sus labios a los míos. Creyendo que quiere besarme, yo también me muevo hacia ella, pero se aleja, dejando milímetros entre nuestras bocas, para susurrarme una única palabra que termina de avivar la hoguera que hay dentro de mí:
- Sigue.
***
Oigo a Saya salir del baño. Cuando llega al salón veo que tiene el pelo húmedo, todo peinado hacia atrás. Le queda... curioso. Viste apenas con una camiseta que le queda grande y unos pantalones pirata. Entonces se fija en que he preparado algo para comer. Bueno, bastante para comer. Me he tirado un buen rato en la cocina.
- No soy el mejor cocinero del mundo... pero he hecho lo que he podido - digo, sonriendo, mientras ella se sienta a mi lado.
- No tenías que haberte molestado - dice, y me da un beso cariñoso en la mejilla - Ya sabes que yo con una pizza soy feliz.
- Bueno, pero no podemos comer pizza todos los días.
- ¿Cómo que no? Si está bien rica.
- ¿Acaso quieres que engorde y deje de ser tan sexy como un dios griego? - pregunto de broma, y ella se ríe.
- Te querría aunque fueras una bola de sebo - me responde. 
- Sí, me querrías... como amigo - comento yo, cogiendo mis palillos, y como respuesta recibo un golpe cariñoso en el hombro - Eso es un sí - digo más b
ajo, y me vuelve a golpear un poco más fuerte.
Luego empezamos a comer. Me empieza a contar, sin que tenga que preguntarle, cómo le fue el viaje, o misión, lo que fuera. Me dijo que al principio bien hasta que se encontraron con un grupo pequeño de zombies, y aunque el conductor los atropelló, eso hizo que la velocidad de la camioneta bajara un momento y los infectados que quedaban de pie se pusieron a atacarla. Ella y sus compañeros tuvieron que salir y cargárselos. Luego entraron en la camioneta porque el ruido estaba atrayendo a más, y se fueron rápidamente.
El resto del viaje me dice que bastante tranquilito. Debido a la tensión tuvo una pequeña pelea con uno de sus compañeros porque, en cierto momento, se encontraron la carretera cortada por un poste eléctrico caído. Al parecer el tío estaba proponiendo cosas estúpidas para solventar el bache, y ella se las discutía, así que acabaron a tortas. De ahí su herida en la mejilla y los moratones que tiene por el cuerpo.
Que luego de eso, poca cosa más. Consiguieron mover el poste entre todos, llegaron a la ciudad, escoltaron a la inmune y su hijo hasta el hospital, pasaron lo que quedaba de día en una "especie de hotel", según sus palabras; y esta mañana volvieron sin incidentes en el viaje.
- Y el tío ese que se atrevió a ponerte una mano encima, ¿dónde dices que vive? - pregunto, aunque claramente estoy de broma... o no.
Saya se ríe y responde:
- No podrías con él. Es una mole de músculos. Tuvieron que apartarle de mí entre tres.
- Bueno, entonces tendré que colarme en su casa y envenenarle... - digo, poniendo cara de loco.
Saya vuelve a reírse, y luego seguimos comiendo tranquilamente. Acabamos acurrucados el uno al lado del otro viendo las noticias, esperando que digan algo sobre una cura o al menos algún pequeño reportaje sobre la mujer inmune. Pero no dicen nada. Supongo que pasarán unos días hasta que lo anuncien.
A mí casi que ya no me importa. Saya está aquí, conmigo, y no necesito nada más.
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Bueeeeeeeeeeeeeno... pues este ha sido el penútilmo capítulo :')
Qué bonito todo, madre del señor, QUÉ BONITO.
Bueno, ya habéis visto que no he sido mala. No era plan de matar a Saya. Pobre mujer, con lo que luchó para sobrevivir. Y pobre Kiyoshi, perdiendo otra novia. Habría sido muy cruel por mi parte y además, para esta historia, me temo que no pega nada xD
AUNQUE AÚN QUEDA UN CAPÍTULO. TODO PUEDE OCURRIR. MWAHAHAHAHAHA-no xD
No he sido mala, ai promis.
Aunque ya veremos lo que pasa en la siguiente historia. Ya veremos...
[Inserte aquí trollface]
Por otra paaarteee... muchísimas gracias a Cgm y Pao Del Cid por haber comentado el capítulo anterior. Una vez más os digo que sois estupendas las dos y os llevo a tope en la patata.
Ah, y bueno, comentaros que por algún motivo que no llego a comprender me siento muy orgullosa de este capítulo. No es un capítulo increíblemente fantástico en realidad, pero creo que me ha quedado muy bien todo, sí, sí xD 
Hay que confiar en uno mismo.
BUENO, nos leemos el martes con el último :'D
¡Un abrazo muuuuy fuerte para todos!

1 comentario:

  1. AY MI SIYOSHI :'D
    AYYYY MI SIYOSHI TvT
    Que Kiyoshi me deprimió un poco al principio, con su preocupación y adorabilidad y AH, pero luego llegó Saya LIKEABADASS y mi bello Siyoshi tuvo una bella reunión... If you know what I mean *mueve cejas sugestivamente* xD
    AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHH TAN LINDOS C:
    Los amo.
    WIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII-Y bueno, aunque no hayas sido mala en esta, en la otra... OH MISORA WHY, WHYYYYYYYYYYYYY T-T
    Soy masoquista.
    Me gusta pero me aflige.
    MA-SO-QUIS-TA D:
    -Pao

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