4 feb 2014

[Intoxicados 4] - Yéndose

Veo a la chica con la que estuve anoche ponerse el apretado y corto vestido que llevaba. Le he ofrecido desayunar aquí, le he dicho que no me importaba que estuviera más rato, pero ha decidido irse a su casa. Sé que seguramente no vuelva a verla, por lo que aprovecho estos últimos instantes para quedarme con los últimos recuerdos de ella.
Observo, desde mi futón, cómo se viste, y luego cómo se peina y retoca el maquillaje frente al espejo de cuerpo entero que tengo en mi cuarto. Me fijo en su pelo teñido de un tono pelirrojo ya desgastado, en lo bajita que es en realidad sin los altos tacones puestos, en su nariz aplastada pero graciosa, en el lunar que tiene en el brazo. Pequeños detalles que harán que no me olvide de ella, que conserve un recuerdo más allá de una noche pasional a su lado.
Finalmente, la acompaño al recibidor, donde se coloca sus zapatos y su máscara de gas. Se despide de mí con un simple movimiento de mano y luego se marcha. Yo me llevo una mano a la frente según se va. Me duele la cabeza, un poco. Creo que tengo algo de resaca, no demasiada. Tomaré café, que despeja.
La verdad es que hacía muchísimo tiempo que no me acostaba con nadie. Santo Dios, tres años desde la última vez, y eso que desde que se empezó a volver a la normalidad, empecé a asistir cada dos o tres fines de semana a una discoteca para intolerantes. 
Anoche, sábado, por fin conseguí ligar con una chica. Estuvimos hablando y bailando, hasta que de pronto se lanzó a mis brazos y sin dudar comenzó a besarme, y yo pues no me iba a quejar. Le seguí el rollo y acabé por estrenar una caja de preservativos que llevaba ya meses en un cajón de mi casa.
Bostezo mientras voy al salón, con la taza de café en mano y un bote de galletas en la otra. Me siento al lado de la mesa baja, cruzando las piernas, y enciendo la televisión. Informan de los niveles de gas venenoso en el aire, del número aproximado de zombies que se cree que hay en la región donde vivo, de cómo se van recuperando en otros lugares del mundo, aparecen unas declaraciones de los gobernantes del país... vamos, lo de todos los días.
Yo estoy deseando que el gas termine de desaparecer. Tardará años. Quizá cuando tenga cuarenta pueda empezar a salir a la calle sin máscara, pero igualmente, no puedo esperar a que pase ese tiempo. Llevar máscara todo el santo día es horrible, agobiante. Y siempre teniendo que buscar áreas completamente limpias. Un aburrimiento.
De pronto dice el presentador que han entrevistado a algunos de los que trabajan en las barricadas manteniendo a raya a los zombies, y me sorprendo al ver a Saya. Está en un interior, por supuesto, sin máscara. Si no, no la habría reconocido.
- Se puede hacer un poco pesado - dice - Pero bueno, al menos gano dinero - añade, y se ríe.
Sólo dice eso, luego pasan a otra persona, y después hablan del desgaste físico que conlleva estar manteniendo durante horas la misma postura, sin apenas poder mover un músculo; y también desgaste de visión tener que mirar constantemente por una mirilla.
Saya... sonrío de medio lado al recordarla. Me llevó el otro día a la zona para intolerantes del instituto, pero me gustó lo que sucedió antes que eso: cuando se arrodilló a mi lado y me preguntó qué me pasaba, y pude permitirme el lujo de agarrar su cuello de la camisa y acercar su cara a la mía. Ojalá no hubiera llevado máscara de gas, porque lo habría disfrutado el doble.
Joder, soy gilipollas. Quiero decir, estaba ahí triste, sin poder respirar, agobiado... y de pronto entra esa chica a salvarme el culo y lo único en lo que puedo pensar es en besarla, o al menos, en tener su cuerpo más cerca del mío. 
Desde luego, un completo gilipollas.
Pero bueno, este absoluto y completo gilipollas tiene que terminar su desayuno, despejarse y estudiar porque mañana es lunes y tiene cosas que hacer.
***
Aprieto las teclas del piano del Club de Canto, que es para lo que estoy aquí, para tocar el piano. Puede parecer un poco absurdo, pero en dicho club necesitaban un pianista para llevar las melodías de fondo, y tenían un piano. Pasé por allí porque cantar no se me da mal, pensando que podría apuntarme para eso, pero al final he quedado de pianista.
Todavía no ha llegado ninguno de los miembros. Es normal, al fin y al cabo, mi profesor de última hora no ha venido, y en mi clase no hay apuntado nadie a este club.
No estoy tocando nada en particular, sólo consecuciones de notas que suenan bien, hasta que sin querer doy con una que comienza una canción en mi mente, y en mis manos. Empiezo a tocarla, de memoria, y antes de darme cuenta estoy cantando también.
Al principio sólo me concentro en tocarla y cantarla correctamente, pero pronto me encuentro a mí mismo pensando en la chica de ayer, en cómo bailaba, en cómo se lanzó a besarme, en lo caliente que estaba su piel, en lo sexy que fue bajar la cremallera de su vestido. Los recuerdos invaden mi mente y me dejo llevar, cantando, tocando; sin importarme si lo hago bien o mal. Simplemente expresándome, sintiendo mi corazón acelerarse por la emoción, y sonriendo a veces. Me libero de la presión social, del comportamiento correcto, y me lo paso demasiado bien.
Al final termino por apretar las teclas muy fuerte, y cantar tan alto como mis pulmones me lo permiten, llegando al final de la canción con un subidón impresionante, más que motivado.
Toco las últimas notas y canto las últimas palabras más relajado, llegando a un final que a mis oídos no podría haber sido mejor.
Separo los dedos del piano y miro al techo, sonriendo, respirando fuerte; y estoy disfrutando del momento cuando oigo unos aplausos.
Me coloco bien en el asiento, sobresaltándome, y veo a Saya apoyada en el marco de la puerta de entrada a mi club. Me mira con gesto pícaro.
No puedo evitar preguntarme de dónde leches ha salido. Empiezo a pensar que me espía o algo. Primero me lleva al área limpia, luego me trae la cartera; y hasta ahí todo normal, pero luego va y me ayuda el otro día, apareciendo de la nada; y ahora está aquí, nuevamente saliendo de la nada. Comienza a resultarme, como mínimo, sospechoso.
Aunque también está bien que una chica atractiva se interese por uno... si es que se interesa en realidad.
Entra en el aula, camina hasta donde yo estoy, apoyándose ahora en el propio piano, y dice:
- Se te da bien.
- Gracias - contesto en un tono alto, para que me oiga a través de la máscara.
- No podía oír bien tu voz, pero la parte del piano, la has clavado - dice, y luego se ríe - ¿Al final estás en este club? - Respondo con un asentimiento de cabeza - ¿Y cómo vas a cantar bien con la máscara puesta?
- No me he apuntado por eso - contesto.
- ¿Entonces por qué? - pregunta ella, elevando sendas cejas.
- Necesitaban pianista - le explico escuetamente, y ella asiente.
Entonces, tras un par de segundos de silencio, me indica con la mano que me eche a un lado en el taburete, y se sienta a mi lado, algo que me sorprende.
- ¿Sabes? Me aburro en mi club. Está el jefe con su novia, pero yo no estoy haciendo nada, así que me he escabullido - me explica, y luego mirándome con gesto un tanto apenado, dice - Tócala otra vez, Sam.
Tardo un momento en comprender, pero luego no puedo evitar reírme, y ella también se ríe.
Vi esa película en el primer año de secundaria porque un profesor se empeñó en enseñársela a la clase, y aunque me resultó un tanto aburrida, no se me olvidan ciertas escenas y frases. Esa, una de ellas.
- Venga, si te sabes alguna que me sepa, me animo a cantar, que lo haré mejor que tú con esa máscara - dice, sonriendo amablemente, entonces, y yo asiento - Vamos a ver... ¿Wonderwall?
Asiento más exageradamente, expresando cierta emoción por tocar esa canción, y ella dice: "vamos allá".
Comienzo a tocar la base, y poco después, en el momento justo, ella entra con su voz. Su pronunciación del inglés es un tanto terrible, pero he de reconocer que sabe bien la letra, y que entona bien, acertando en las notas.
Tocar mientras oigo como canta, mientras siento los movimientos de su cuerpo en mi lado derecho, y oigo uno de sus pies siguiendo el ritmo; termina por ser una experiencia totalmente relajante. Me hace sentir bien, me anima el lunes, me anima el comienzo de semana.
Disfruto del momento, de los minutos, hasta que terminamos la canción. La miro y aplaudo, y ella ladea un poco la cabeza, sonriendo, como diciendo: "No es para tanto".
Nos pasamos el resto del tiempo intentando encontrar alguna canción que yo me sepa para tocarla, porque me dice que no quiere cantar más. Me pide algunas de la banda sonora de Amélie, muy típicas para piano, y las toco para ella, que viene a ser mi único público.
Finalmente, llega la hora en la que se tiene que ir porque llegarán los de mi club, y me da un poco rabia. Me gustaría que se quedara aquí, y seguir tocando canciones para ella. De hecho, según camina, voy improvisando una melodía que va al son de sus movimientos.
Ella se gira y yo hago una floritura con notas agudas, y entonces me levanta el dedo corazón, y aprieto fuertemente notas graves. Se ríe y se despide con la mano, dejándome solo.
La última vez que vi cómo se marchaba, pensé en lo que daría por poder tocar su cuerpo, y ahora, pienso en lo que daría por volver a tener un momento como éste.
................................................................................................................................................................


Bueno, aquí estamos una semana más con Intoxicados ^^ Nuevamente narrado desde Kiyoshi, como os dije que sería. Al próximo, Saya. Y así constantemente xD
Biem, pues... PUES... pues nada, eso.
Ah, los vídeos son versiones piano-voz de un par de canciones. Es decir, he buscado específicamente esas versiones para qué sepáis más o menos cómo son la escena de esta parte en la que Kiyoshi canta (Feeling Good, vídeo de abajo), y luego en la que canta Saya (Wonderwall, vídeo de arriba).
Podéis verlos o no, obviamente, según os dé xD Yo es por "ambientar" más o algo.
Y bueno, nada más, creo. En este capítulo no aparecen costumbres japonesas xD Así que no tengo nada que explicar.
Muchas gracias a Cgm y Pao D'Cid por comentar el anterior capítulo. ¡Un abrazo muy fuerte para las dos!
¡Y también un abrazo para todos los que leéis!
Sois estupendos todos y me apoyáis un montón ^^
Un besazo. Más intoxicados, el viernes. Más entradas a lo largo de la semana ;)

4 comentarios:

  1. SIYOSHIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII-Cómo adoro las parejas que creas *u* Tan AHDDHAHAKHDSHDFS, madre mía xD
    SOOOY UNA ROMÁNTICA SIN REMEDIO-¿Sabes qué es algo chachi? QUE SAYA SEA LA MALOTA, Y NO AL REVÉS. WIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII (?
    -Pao

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y yo adoro los nombres que les pones a las parejas xD Están muy chulos :P HAcemos buen equipo xD
      Y bueno, la verdad... si Saya es la malota y no al revés es porque ya hay muchos chicos malotes en la literatura, y además... es que no se aajusta a la realidad xD La mayoría de chicos que conozco no son para nada malotes. Mi novio no es malote xDDD
      En fin, Pao, me alegra que te guste ^^ Y también me alegra que leas y comentes :D Y te lo agradezco mucho.
      Un besazo, estupenda :)

      Eliminar
  2. A mí me gustaba más cuando Kyoshi estaba en toalla... daba todo en general más risa (o, al menos, él estaba más incómodo)

    C
    G
    M

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, ciertamente, estaba más incómodo xDDDD Y Saya también. Aunque como para no estarlo.
      De todos modos, como ya habrás podido comprobar, hay también comedia aquí y allá ;) Y acción. Así que momentos incómodos habrá, la verdad xD
      En fin, fantabulosa, muchas gracias por leer y comentar ^^
      ¡Un abrazote enorme!

      Eliminar

¡Eh! ¡Ten cuidado conmigo! ¡Tengo una pierna! ¡Y puedo atacarte con ella en caso de no ser respetuoso en tu comentario! Así que vete con ojo...