5 abr 2014

[Intoxicados 21] - Raspar

Me pregunto qué leches está haciendo Saya. Lleva un par de minutos mirando unos pantalones largos que ha traído a mi cuarto. No sería raro si fueran unos vaqueros y se planteara ponérselos, pero es que nos disponíamos a dormir. Es la una de la madrugada, ya es hora. Y ella está ahí, con los shorts que usa siempre para dormir puestos, mirando unos pantalones largos de pijama.
- ¿Qué pasa? - le pregunto.
- Que pincho - responde, mirándome y señalando una de sus piernas.
Bajo la vista, e incluso tengo que concentrarme en mirar para darme cuenta de que, efectivamente, han empezado a aparecer pequeños puntos negros a lo largo de sus dos piernas.
- Bueno, ¿y qué? - pregunto, alzando la vista de nuevo.
- Que no quiero rasparte ni pincharte mientras dormimos - responde - Así que creo que lo mejor será ponerme esos pantalones... pero hace tanto calor.
- Mira, Saya - digo, incorporándome - Tú aguantas la molestia de mi bigote cuando está volviendo a salir y todavía no me he afeitado, ¿verdad? - le pregunto, y ella asiente - Pues con esto igual. Mi escaso bigote mal afeitado es el equivalente al vello de tus piernas.
- Bueno, en mis piernas hay mucho más pelo - dice ella, acercándose al interruptor.
- Más que en las mías no - contesto, esbozando una media sonrisa justo cuando apaga la luz.
- Pero eso es porque me depilo - contesta, metiéndose en el futón - Si me lo dejara crecer, te ganaría.
- Habrá que comprobarlo - respondo, y ella responde al instante:
- ¡Jamás!
Me río y, después de que apoye la cabeza en mi pecho, bajo la mano y acaricio la pierna que ha apoyado sobre mí. Ella la aparta de inmediato, y yo le digo que ni pincha ni raspa ni nada. Que vale, tampoco tiene ahora mismo las piernas más suaves sobre el planeta Tierra, pero que no me molesta. 
Ella, a modo de respuesta, pega su pierna a la mía y la mueve de arriba abajo. Y vale, sí, raspa un poco, pero me da absolutamente igual. 
Nos quedamos callados, y estoy empezando a quedarme dormido cuando oigo que susurra: "Buf, qué calor". Se mueve y se aleja de mí, buscando un sitio más fresco, pero al rato vuelve a decir casi las mismas palabras y se incorpora, quedándose sentada sobre el futón.
- Si quieres ve a dormir a tu cuarto, así no te doy calor - susurro mirando su espalda.
- Pero quiero dormir contigo - dice ella girándose un poco hacia mí.
- Entonces... - sonrío en la oscuridad y digo - tendrás que quitarte algo de ropa.
- Sólo si tú te quitas algo también - dice, girándose más. Veo que mueve la cabeza y añade - La camiseta, por ejemplo.
- ¿Y tú qué te quitas? - pregunto, incorporándome un poco, apoyándome en mi antebrazo.
- Los pantalones - dice, y al instante contesto:
- No es justo. Mi camiseta cubre más piel que esos shorts.
Ella se ríe suavemente y se levanta. La luz de la noche le da misterio y sensualidad a su cuerpo. Reconozco sus curvas, sus movimientos. Puedo ver cómo se baja los pantalones y cómo los aparta a un lado con el pie, pero no puedo ver su ropa interior ni sus caderas.
Pero un trato es un trato y acabo por quitarme la camiseta, que también aparto a un lado. Cuando siento su piel volver a tocarme, no puedo evitar que mi mente escape a ciertos pensamientos. Intento pensar que es lo mismo de antes, absolutamente lo mismo, que esos shorts tampoco tapaban tanto; pero saber que está a mi lado con tan sólo dos prendas de ropa... 
De pronto se mueve y se sienta sobre mí. Acaricia mi pecho en sentido descendente para luego volver a subir, y entendiendo sus intenciones, paso mis manos por sus muslos hasta llegar a su cadera, dónde las apoyo.
Ella se inclina sobre mí y me besa, y luego pasa a mi cuello, hundiendo sus dientes, haciéndome perder totalmente la cabeza. Meto las manos por debajo de su camiseta hasta casi llegar a sus pechos, momento en que ella, juguetona, se yergue de nuevo. Se ríe con suavidad y se quita esa prenda también. Ver su torso desnudo iluminado por la luz de la noche me hace darme cuenta una vez más de lo que ya sabía: que,a parte de ser una chica muy atractiva, también es preciosa.
Vuelve a recostarse sobre mí, dejándome sentir su piel caliente, y entonces la agarro y giro con ella, quedándome encima, apoyando mi cadera entre sus piernas. Ella me dedica una traviesa mirada, y me pregunta:
- ¿Hasta donde llegarías esta noche si te dejara?
- Esta noche te haría mía - respondo, y ella se ríe con suavidad.
- Bueno, eso para después, pero de momento hoy puedes hacer esto... - dice, agarrando mi muñeca.
La dirige hasta la unión entre sus piernas y la deja ahí. Me atrevo a deslizar los dedos por dentro de la ropa interior, y ella se deja, por lo que acabo por desnudarla completamente. Me quedo arrodillado entre sus piernas, decidiéndome entre una cosa u otra, pero al final vuelvo a tocarla. 
***
Despierto al notar que ella se mueve. Abro los ojos y pasan un par de segundos hasta que me acuerdo de lo de anoche. Parpadeo un par de veces con cierta incredulidad, y luego sonrío como un gilipollas. Miro a Saya, que parece seguir durmiendo. Tiene los ojos cerrados y está tumbada a mi lado. Mi sonrisa cambia al mirarla a ella. Me siento feliz de despertar a su lado, de que sea mi novia. Estoy empezando a enamorarme demasiado, pero no me importa. Quiero hacerlo.
Ella abre los ojos. Me mira y me sonríe, para después estirarse. La sábana que cubría su cuerpo desciende y veo su torso desnudo. De pronto tengo sentimientos encontrados de admiración a la belleza de su cuerpo y de la excitación que me provoca, pero decido quedarme con lo primero, aunque se me hace difícil.
Se incorpora, sentándose, y luego se gira un poco para acariciar mi mejilla. 
- Tienes un cuerpo muy bonito - le digo, piropeando - No digo sexy, que también, si no bonito. 
- No creo que sea para tanto - contesta ella, sonriendo - Y tampoco lo pudiste ver muy bien anoche.
- Pues déjame verte bien - digo, y para mi sorpresa, ella se encoge de hombros y se levanta.
Puedo apreciar cada curva, cada detalle, cada lunar. De algún modo, me fascina, y de pronto es como si comprendiera por qué los grandes artistas, todos aquellos escultores y pintores, estaban tan obsesionados con la desnudez.
- Bueno, supongo que ya verás que no es para tanto - dice, comenzando a vestirse.
- ¿Qué dices? Estás estupenda - contesto, levantándome.
- Si, ya, con las estrías en los muslos y también por-
- Oh, vaya, las estrías típicas del crecimiento durante la adolescencia. Qué cosa tan fea - interrumpo, claramente sarcástico, mientras me pongo la ropa interior.
- No te importan los pelos, no te importan las estrías... ¿qué eres? ¿El chico perfecto? - pregunta ella, poniéndose la camiseta.
- ¿Lo dudabas? - respondo, haciéndome el chulo, y se ríe.
Me pongo la camiseta, y cuando saco la cabeza, encuentro el rostro de Saya a escasos centímetros del mío. Intenta besarme pero me alejo, y al instante añado esbozando una media sonrisa:
- Créeme, a estas horas mi boca sabe y huele a cloaca - me excuso.
Ella enarca ambas cejas y se encoge de hombros. "Tú te lo pierdes", dice, y luego va al piso de abajo. Suspiro, sonriendo. Tengo a mi lado a una chica que lo tiene todo. Tengo la posibilidad de hacerla feliz, y no voy a desaprovecharla. Me gusta demasiado verla sonreír, sentir su cariño cuando me abraza, que no se escandalice por tonterías. Y anoche, cuando por fin sentí su cuerpo estremecerse y contonearse ante el placer que le dí únicamente con mis manos, cuando pude admirar la belleza de su desnudez, cuando me sentí satisfecho con lo que hicimos y con cómo lo hicimos; me di cuenta de que literalmente lo tenía todo.
Por desgracia también acumula mucho sufrimiento, algo que carga sobre sus hombros a diario. Quizá por eso sea tan calmada, tan pasota en algunos sentidos, porque ha vivido mucho como para escandalizarse; pero bueno, aquí estoy yo para hacer que vaya olvidando o superando todos sus demonios.
Y sabiendo que hace poco encontró a una mujer que decía ser inmune... quién sabe, quizá haya un futuro para nosotros.
................................................................................................................................................................
Ya, ya sé que es Sábado. Pero son las 3:53, ahora mismo, de la madrugada. Técnicamente sábado, pero como no me he ido a dormir... SIGUE SIENDO VIERNES. MWAHAHAHAH.
Vale, oc, no. Ya sé que es sábado :')
Pero bueno, el asunto es que el capítulo está aquí para todos vosotros. AHORA SÍ QUE QUEDAN TRES DDDD: Os prometo un final guays y tres capítulos estupendos. Una recta final que no os podéis perdeeeer <---- y eso ha sonado a anuncio de alguna peli o algo xDDD
Eeeeen fin... pues eso. No quiero que se me hagan las cuatro de la mañana (que se me harán, pero bueno), así que... asín rápidamente... ¡Muchas gracias a Cgm y Pao Del Cid por haber comentado la entrada anterior! Os repito y os seguiré repitiendo que ambas sois la caña ^^
Nos leemos el martes con más Intoxicados.
¡Disfrutad de estos últimos capítulos!
Y un abrazo muuuuuy fuerte :3

2 comentarios:

  1. *W* AY MIS SIYOSHI, AY MI SIYOSHI T^T
    Voy a extrañar a mi Siyoshi... pero al menos este no es el último xD
    Kiyoshi es re lindo con ella, y Saya tan badass, aunque en este capítulo no asesinase zombies, lo badass le sale hasta por los poros *O*
    -Pao

    ResponderEliminar
  2. Cuando Saya ha dicho que pinchaba he tenido que leerlo 3 veces para entenderlo, me siento tonta... al menos ahora sé cómo es XD
    Solo tres capitulos??? No voy a llorar, no voy a llorar, no voy a... a la mierda!!! Iba a llorar de todos modos

    C
    G
    M

    ResponderEliminar

¡Eh! ¡Ten cuidado conmigo! ¡Tengo una pierna! ¡Y puedo atacarte con ella en caso de no ser respetuoso en tu comentario! Así que vete con ojo...