12 de noviembre
Cae
el Sol una vez más y como las criaturas nocturnas comienza mi desvelo. Las
noches son interminables en esta casa. El silencio, que tanto necesitaba antes,
ahora se vuelve un potenciador de las palabras que surgen en mi mente,
preguntándome cuántos misterios esconde este lugar.
He descubierto que la zoología es
importante aquí: durante el día me descubro como un ave de presa buscando
comida, solo que mi alimento son las respuestas que trato de encontrar. Cuando
la Luna domina el cielo, brotan de mi cuerpo nuevas plumas que uso para mojar
en tinta y describir a lo que me he dedicado durante el día, qué nuevas presas
he logrado cazar. Soy así una lechuza sobre el hombro de Palas Atenea,
recordando la batalla diurna y plasmándola, inmortal, en hojas de papel.
Es invierno, aquí igual que en el
resto del país, y se nota en el frío que encoge mi alma. Me siento tan desnudo
como los árboles del jardín delantero, al que suelo salir para respirar,
intentando aclarar los pensamientos tan confusos que se generan aquí dentro.
Recuerdo las manos de Catherine tejiendo durante las tardes: cómo creaba
armonía y utilidad a partir de un ovillo, y pienso que, si supiera coser,
quizás podría poner orden a lo que corre por mi mente y conectarlo. Sería tan
fácil como ir desenvolviendo el hilo de los acontecimientos y, mediante un
patrón lógico, crear algo que me hiciera comprender. ¿Qué se oculta en los
pasillos? ¿Quién los mantiene limpios y ordenados? ¿Qué mano escribió las
letras que me llevaron hasta aquí?
Aunque no he visto a nadie desde que
llegué, a veces me parece oír pasos en otros pisos, suspiros en el corredor. No
sé si se trata de paranoia, pero aunque lo sea, está claro que no estoy solo.
Alguien deja comida siempre a las mismas horas en el comedor principal, alguien
ordena mi cuarto cuando no estoy, alguien se ocupa de que esta casa no se
desmorone. ¿Dónde se esconde esa gente? Por muchas vueltas que dé, jamás
encuentro a nadie. ¿Acaso me evitan? Y si lo hacen, ¿por qué me invitaron? O
quizá soy víctima de un juego macabro. Es posible que esta casa la habiten
presencias extrañas, o incluso espíritus que se divierten a mi costa. No sé si
me estoy volviendo loco.
Por muchas veces que recuerde mi
vida hasta hoy, no encuentro nada que me lleve a pensar que merezco esto.
Aunque hay un episodio que, tal vez, explique mi estancia aquí: fueron muchas
las operaciones que he dirigido en quirófano
como cirujano y cada una de ellas con resultados diversos. La muerte es algo
que va adherido a mi profesión como una segunda piel y más de una vez he tenido
que enfrentarme a ella. Pero en el caso de una de mis pacientes fue diferente.
Era una niña de diez años, con los ojos más vivos que he visto nunca, y aun así
no pude salvarla. Todos mis intentos de mantenerla con vida después de su
accidente fueron en vano. Sus padres confiaron ciegamente en mí y yo les fallé.
Aunque no veo a esa gente capaz de hacerme esto, además que no gozaban de un
estatus tan elevado. No puedo imaginarles manteniendo un hogar como este, pero
¿es acaso un hogar? La actividad es mínima y parece enfocarse en mí, como si
nadie más necesitara cuidados, como si hubieran esperado a mi llegada para
poner en marcha el complejo mecanismo de asistencia.
Hoy he cenado de pie. Daba vueltas
alrededor de la mesa alargada, masticando despacio cada pedazo de carne que
cortaba, de un sabor exquisito como todo lo que sirven, pensando en qué
escribiría esta noche. Quizá este es el único momento en que pienso con
claridad, justo antes de que el agotamiento que supone pensar constantemente en
el enigma de este lugar me arrastre hacia la cama.
He decidido, durante un instante de
plena lucidez, que si no encuentro a nadie en los próximos días, me marcharé.
He caminado antes hasta el portón del jardín y lo he abierto con la intención
de salir. He observado largo rato el exterior, pero finalmente no crucé el
umbral. Es demasiada la curiosidad que siento por este sitio, quizá la misma
curiosidad científica que me impulsó a estudiar medicina hace años.
Ahora tengo claro, sin embargo, que
no encontraré las respuestas solo, que éste es un misterio que se escapa a mi
lógica. Necesito respuestas salidas de la boca de otro ser humano, o al menos
la confirmación de que esto no es nada sobrenatural, de que, efectivamente, son
otras personas las que hacen y deshacen a mis espaldas. Si no encuentro a
nadie, si los responsables de toda esta locura
no aparecen, me iré para no volver. Regresaré a la tranquilidad de los brazos
de Catherine y trataré de olvidar toda esta pesadilla sin sentido.
15 de noviembre
Definitivamente,
me voy, dado que sigo tan solo como al principio. Mi maleta me espera cerrada a
los pies de la cama. Cuando termine las líneas que resumen el día de hoy,
volveré a casa con Catherine. Estoy hastiado de recorrer los pisos y no hallar
más que lo mismo que el día anterior. Este diario no me acompañará, no quiero
recuerdos de este extraño episodio. Que se lo queden los fantasmas de este
lugar, que hagan con él lo que quieran, a mí esta locura ya no me importa. No
tiene sentido y no debo buscárselo. Hay cosas que jamás podremos explicar, creo
que lo mejor es aceptarlo por mucho que la curiosidad nos
Acabo de deshacer la maleta. Por fin
mis dudas empiezan a aclararse. Ya tengo un hilo del que tirar, un hilo en
forma de mujer. Escribiré ahora el episodio que me ha obligado a interrumpir mi
narración tan abruptamente, para no olvidar ni el más mínimo detalle:
Un golpe al otro lado de mi puerta
me ha sobresaltado, seguido por unos pasos ligeros alejándose por el pasillo.
Antes también había oído movimientos y suspiros, pero no tan cercanos.
Enseguida he sabido que debía averiguar el origen de tal estrépito, esa era la
oportunidad que esperaba. No he tardado más que unos segundos en salir de mi
habitación, pero han sido suficientes para ver una sombra girando en la esquina,
al fondo del corredor, huyendo quizás. Con una vela como único instrumento para
guiarme, seguí aquella figura misteriosa dispuesto a llegar a donde fuera que
me condujeran sus pasos. Las alfombras ahogaban el sonido de nuestras pisadas,
la luz rojiza alargaba siniestramente las sombras de los cuadros y las
esculturas. Avanzaba a través de un bosque de obras de arte que me miraban
amenazantes.
Nunca perdí de vista aquella
silueta. La seguí cuando subió las escaleras de mármol, cada vez más seguro de
que se trataba de una mujer. Los pasillos nos tragaban a ambos y nos escupían
en salas que no había visto antes, pero que mantenían la estética del resto de
la casa. Los techos, abovedados y afilados como espinas, ofrecían la posición
perfecta a las figuras pintadas en ellos para observar nuestra carrera. Ellas
conocían el misterio y ahora estaba a punto de acompañarlas en su sabiduría.
La figura se perdió de pronto entre
la oscuridad, tratando de esconderse, pero cometió el error de hacer ruido al
cerrar una puerta. Me guié por ese sonido hasta un pasillo estrecho similar al
que sirve de acceso a mi habitación. Abrí cada puerta con rapidez, echando
vistazos que duraban apenas segundos a cada dormitorio vacío, hasta que en uno
encontré mi premio: una mujer
miraba fijamente en mi dirección. En su mano derecha un candelabro la convertía
en una amalgama de sombras y luces, y hacía sus rasgos inhóspitos, tétricos, envolviéndola
en un aura rojiza y titilante. Su mirada parecía angustiada, y se sobresaltó
cuando cerré la puerta a mi espalda.
-¿Quién es usted? - Le he
preguntado. Como respuesta, un silencio entrecortado por su respiración
agitada. No he podido contenerme, he expulsado todas las preguntas que llevaba
tiempo almacenando - ¿Por qué estoy aquí? ¿Hay más gente como usted? ¿Quién
mantiene todo esto? ¿Durante cuánto tiempo piensan seguir con este juego?
Las palabras salían
atropelladamente, se me atragantaban y las vomitaba. Estaba tan ansioso por
obtener todas las respuestas que ni siquiera dejaba tiempo para que la mujer me
las diera. Al igual que un buitre picotea rabioso el cuerpo sin vida de otro
animal para saciar su hambre, yo era guiado por el mismo instinto, aunque
preguntar sin pausa no tuviera efecto alguno.
-No debería estar aquí - ha dicho
ella de pronto, interrumpiéndome. La luz de las velas parpadeaba, iba y
venía al ritmo del temblor de su manos nerviosas.
-¿Por qué no? - he preguntado.
-No puedo responderle. Por favor,
váyase.
-Insisto. Tiene que contestar.
En ese momento, ha parecido reunir
fuerzas. Ha tomado una gran bocanada de aire, centrados sus ojos en los míos, y
ha comenzado a caminar hacia mí. Por un momento me ha recordado a Catherine, la
misma determinación en su rostro, la mirada de amenaza que me lanzaba cuando se
enfadaba.
-Necesito respuestas - he dicho
cuando ha llegado a mi lado. Ha abierto la puerta detrás de mí y ha intentado
echarme de su habitación - No puedo seguir con esta incertidumbre - he dicho
como último intento de no marcharme con las manos vacías.
-Lo único que puedo decirle es que
tendrá respuestas a su debido tiempo - ha especificado, dándome un pequeño
empujón que me ha dejado en el pasillo - Por favor, no me busque de nuevo. No
sé mucho más que usted.
Esas han sido sus últimas palabras.
Al contrario de lo que pretendían, sólo han conseguido generarme más dudas.
Nuevos interrogantes que se unen a este baile psicológico. ¿Cómo despejar mi
mente si no dejan de llegar invitados indeseables? Que acabe todo esto cuanto
antes, que pare la música y se vayan todos. Necesito el salón de baile para mi
solo. Necesito estar cara a cara con este anfitrión informe.
***
Este relato es la primera parte (los primeros días) de lo que he escrito con Rodrigo Sánchez Nieto, que es estupendo, para el proyecto de Reivindicando Blogger llamado #ProyectoParaDos. Si queréis continuar leyendo este relato, id a su blog: Stop! It's tea time.
¡Esperamos que os guste! Un abrazo.
Ha sido grandioso, Ju. De los mejores textos tuyos que he leído, sin duda, es magnificente, poderoso, sólido y vibrante como un volcán dormido. Me ha fascinado desde el primer momento, tanto que estoy casi sin palabras. Voy a leer ahora la parte de Rodrigo, que seguro es igual de fantástica. Felicidades.
ResponderEliminarUn frío beso,
Emily
Muchísimas gracias, Em. Me alegra muchísimo leer esas palabras, saber que te ha cautivado desde el principio, y si te soy sincera, coincido contigo en que es como un volcán dormido, sobre todo en esta parte, en este inicio.
EliminarEstoy segura de que la parte publicada en el blog de Rodrigo te gustará tanto o más como esta. Lo mejor está por llegar ;D
Muchísimas gracias por comentar, y un abrazo muy fuerte.
Querida Ju: tienes una forma de escribir que encandila. Te lo suelto así porque es una de las cosas que más me ha llamado la atención del relato: lo bien escrito que está. Es por eso porque lo que estoy seguro de que vas a llegar muy lejos escribiendo, y de que vas a escribir muchísimas más cosas a lo largo de tu vida. Estoy convencido.
ResponderEliminarDejando eso al margen, también me gustaría decirte que este relato es una maravilla. Tiene intriga, muchísimo orden y muchísimo suspense, y creo que son los ingredientes clave :) ¡Muchas gracias por escribir algo así! (Y nunca pares de hacerlo).
¡Un beso!
Paco M.
Sólo he podido escribirlo tan bien gracias a la ayuda de Rodrigo, que tiene un estilazo increíble (aunque yo sola tampoco me quedo atrás, pero sí es cierto que juntos somos mejores :P). Aprecio lo que has dicho de que llegaré lejos ^^ Espero que sea así, la verdad, y que lo hayas dicho con tal convencimiento me da ánimos, así que gracias.
EliminarGracias también por halagar así el relato, por leerlo, por comentar... me alegra muchísimo que te haya gustado tanto :D Siento que el esfuerzo se ve recompensado.
¡Un abrazo!
*respira hondo* *otra vez* *tranquila* *no hiperventiles*
ResponderEliminarME ENCANTA, JODER, ES QUE SOIS MARAVILLOSOS Y OS BESABA LA VIDA AHORA MISMO. ES GENIAL, ABSOLUTAMENTE GENIAL, ESTOY AQUÍ QUE SE ME ENAMORA EL ALMA Y ES COMO AAAAAGH ME HABÉIS DEJADO TONTO EL CEREBRO Y NO PUEDO PENSAR SOLO PUEDO GRITAROS QUE ME E-N-C-A-N-T-A.
Gracias, en serio, ambos sois increíbles. Y ahora me voy corriendo a visitar a Rodri porque necesito más, MÁAAAAAAS.
Un beso,
C.
NO HIPERVENTILES CARLA. NO HIPERVENTILES Y BÉSAME LA VIDA ENTERA.
EliminarMe alegra muchíiiiisimo que te encante, que te parece genial y que se te enamore el alma, se te enamore ^^
Y gracias a ti por comentar y leernos, guapa. Escribir es algo que hacemos con gusto, no algo que se nos deba agradecer.
Espero que la parte en el blog de Rodri te guste tanto como esta y que le dejes un comentario de este rollo xD Seguro que le encanta.
¡Un abrazote!
...
ResponderEliminarIncreíble. Me habéis hecho pensar. Me habéis dejado maravillado.
Increíble.
Es sorprendente cómo todos los sonidos de la noche vuelven a mis oídos cuando finaliza la lectura, cuando los cansados engranajes se detienen y las paredes óseas dejan de estremecerse. Habéis hecho que desee más, que la delicada lengua que ansía conocimiento pasee atenta sobre el rugoso papel, en un intento de saborear su perfección y comprender su fin.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho esta primera parte, y antes de que concluya la noche atacaré a la segunda. Un abrazo,
Naif.
Antes de que la noche concluya, mientras el solitario lobo aúlla a la ciega luna y en los fríos ojos del fiero se refleje el cálido aliento de su amada, el palpitar de una llama iluminará el abismo que separa al escritor y al lector del deseado papel.
EliminarMe ha gustado mucho el relato. Personalmente me ha apasionado más la primera parte, si bien la segunda ha borrado los contornos de este mundo además de sus sonidos. Ha sido perfecto y adorable.
Deseo seguir leyendo de ambos,
un fuerte abrazo,
Naif.
Tremendo. La narración es espectacular y la historia me deja con ganas de ver más. Felicitaciones por tan buen resultado, me voy a seguir leyendo.
ResponderEliminar¡Un beso!