21 feb 2014

[Intoxicados 9] - Bebé

Subo la barricada una noche más, y voy a colocar mi rifle en su sitio, en mi puesto; cuando descubro un papel en éste. Un papel que se agita con la brisa nocturna, y que no se vuela por el peso de una piedra que tiene encima. Me agacho, quedándome en cuclillas, y me lo acerco al rostro para leerlo bien:

"Tenemos informes de zombies en la ciudad.
Además, se aproxima una horda bastante grande.
Tened cuidado, estad preparados, y avisad a los vuestros.
"

Arrugo el papel, rabiosa. Me enfada muchísimo que, además del gas venenoso que me obliga a llevar estas molestas máscaras, y que a otras personas ni si quiera les permite quitárselas dentro de edificios; siga habiendo hordas. Eso significa que sigue habiendo un enorme número de zombies.
¿Es que acaso no vamos a librarnos de ellos jamás? ¿No van a inventar una cura, una vacuna? No podremos vivir así para siempre. El gas tardará unos cincuenta años en ser respirable junto con oxígeno en zonas sin depurar, ¿y tendremos que seguir ocupándonos de zombies? ¿Tendremos que seguir con el constante miedo a perder a aquellos que queremos, o perder nuestra propia vida?
Aprieto más el papel en mi puño y lo tiro al suelo, en el cual ni me molesto en tumbarme. Me arrodillo, apuntando con el rifle, manteniendo la postura para que no se mueva. Estoy tan cabreada con esto que no puedo tumbarme. Necesito forzar un poco mi físico hasta cansarme para tranquilizarme.
Un zombie aparece en mi zona y aprieto el gatillo sin dudarlo tras apuntar. Veo cómo recibe el impacto de la bala y cae al suelo, lo cual me hace sentir un poco mejor. 
Tras una media hora así, me decido a tumbarme, estando ya más calmada. Decido repasar mentalmente el examen de Historia que tengo mañana, para el cual llevo estudiando desde la semana anterior. Lo único que interrumpe el hilo de mis pensamientos son los zombies que van apareciendo, y se interrumpen cada media hora o cuarenta minutos. La noche está siendo un poco movidita. Se nota que se acerca una horda.
Entonces, veo a través de la mirilla un zombie de un hombre que lleva una mochila. Pero lo que me llama la atención no es eso, si no que lleva las manos atadas, y que frente a sí tiene una bolsa colgada de un palo largo que parece estar enganchado a su espalda.
Cojo un walkie-talkie que tengo conmigo y que nunca he utilizado, y aprieto el botón para abrir comunicación:
- Aquí puesto cuatro. Repito, aquí puesto cuatro. Cambio.
- La recibo, puesto cuatro - me responden - ¿Algún problema? Cambio.
- Estoy viendo un zombie que lleva consigo algo extraño. Pido permiso para bajar al otro lado de la barricada y acercarme a explorar. Cambio.
- Permiso concedido, puesto cuatro. Los puestos tres y cinco abarcarán su zona y cubrirán sus espaldas. Cambio y corto.
Doy un último vistazo a través de la mirilla para saber si han llegado más zombies, y también para tener localizado a ese en particular; y luego cojo el bate que traigo siempre conmigo por si hay una situación desesperada.
Bajo al otro lado de la barricada, a la zona no segura, la zona donde hay zombies. Comienzo a acercarme al extraño, lentamente, sin hacer ruido, sosteniendo el bate por si me ataca. Pronto estoy a su lado, y descubro que es un zombie. Su piel putrefacta y una mordedura en el hombro me lo confirman, además de sus movimientos lentos.
La bolsa que cuelga frente a él parece tener carne, no sé si humana o de algún animal. Pero es carne, y él la sigue por su olor. 
Le rodeo tratando que no se dé cuenta de mi presencia, y lo que veo a su espalda, en lo que yo creía que era una mochila, es un bebé. Lo miro desde la distancia, tratando de distinguir si es también un zombie o si está vivo, siquiera. Pero puedo ver que respira, que se le cae una baba: que está dormido.
Levanto una mano y enseguida una bala atraviesa el cráneo del zombie, que comienza a caer hacia atrás, pero me acerco corriendo y lo siento lentamente en en el suelo, para que no aplaste al bebé. Lo saco con cuidado, sosteniéndolo entre mis brazos al mismo tiempo que no permito que se caiga el bate, y tratando que no se despierte para que no haga ruido y atraiga a otros zombies que pueda haber; y luego vuelvo a la barricada.
Subo como puedo con el bebé y el bate a cuestas, y cuando estoy arriba, bajo al otro lado para llevarlo a la sala donde está el tipo con el que he hablado por el walkie. 
- ¿Está vivo? - me pregunta, y respondo asintiendo con la cabeza - ¿Y cómo ha sobrevivido al gas venenoso?
- Se ve que, igual que hay zombies inmunes a él, también hay humanos inmunes - respondo, y luego digo - Ocúpate tú de él. Tengo que volver a mi puesto.
- ¿Y qué hago yo con esto? - pregunta mientras me alejo.
- No lo sé. Deberías informar a un superior. Si es inmune al aire, podrían hacer algo para que todos lo fuéramos - respondo, y tras salir, vuelvo a mi puesto.
***
Dejo caer la cabeza en los apuntes de Historia. Ya vale por hoy. Son las dos de la mañana y tengo que despertarme dentro de cuatro horas y media para llegar al instituto puntual, por lo que apago la luz, doy el par de pasos que tengo que dar para llegar a mi cama y me dejo caer sobre ésta. La luz de la luna entra por la ventana, iluminando un poco mi hogar, y mostrando lo espeso que es el aire debido al gas tóxico: se ve en el suelo y las paredes una sombra de una bruma que yo apenas puedo percibir cuando estoy fuera. 
Me doy la vuelta, tapándome con la sábana, y despejando mi cabeza de fechas y acontecimientos históricos, me acuerdo del bebé. Pero sobre todo me acuerdo del zombie. Debieron morderle, además recientemente porque el niño está bien, y para salvar la vida de su hijo, porque entiendo que era su hijo, hizo aquello: una bolsa frente a su cara para seguir caminando guiándose por el olor, las manos atadas para no poder alcanzarla, y el bebé a la espalda para llevarlo consigo. 
Podría haber muerto el niño, pero consiguió llegar a la barricada. Debían estar cerca, debían estar buscando una zona segura, pero el padre no tuvo tan buena suerte como el hijo. 
Curioso. He matado a seis personas, pero es la primera vez que salvo a una. Bueno, y supongo que el otro
día cargándome al zombie que apareció en mi edificio también salvé a gente. Sin embargo, esto no consigue que me sienta mejor por haber matado a los que maté.
Sé que no soy monstruo, pero... a veces me siento así, porque sigo viviendo mi vida mientras ellos murieron a mis manos. Y ellos también merecían vivirla. De hecho habría sido mejor si yo hubiera muerto, porque ellos seguirían con vida. Serían seis vidas a cambio de una.
Suspiro. Lo peor es que ni si quiera lloro, ni tengo ganas de hacerlo. No lloro por sus vidas perdidas ni por sentirme mal conmigo misma por haberlos matado. Me arrepiento, desde luego, pero no me da la suficiente congoja como para llorar. Y eso me hace sentir aún más monstruosa.
Vuelvo a suspirar y decido que, igual que no debería seguir pensando en Historia, tampoco debería pensar en mi historia; por lo que trato de pensar en otra cosa, y es entonces cuando Kiyoshi aparece en mi cabeza.
Sonrío. Ese idiota... siempre tan expresivo, tan de decir lo que piensa. Me lo paso demasiado bien con él. De algún modo, voy a echar de menos dejar de ensayar con él. Es muy divertido, y nos vemos mucho. Quedamos todos los fines de semana para ensayar, además de los días que lo hacemos con el Club de Cine. 
Y qué leches, los ensayos me dan una excusa para poder besarle o abrazarle. Puede parecer una tontería, pero es tan agradable que no quiero que deje de pasar. Es una excusa perfecta para tener una clase de contacto impropio de una amistad. 
Aunque he de reconocer que, hace dos días, cuando practicamos el beso final, fue distinto. Sentí algo distinto. Su mirada mostraba tantísimo cariño hacia mí, me tocó con tanta suavidad... me sentí, de pronto, como una novia completamente enamorada. No quería que parara, quería seguir sintiéndome así.
De hecho cuando se separó de mí quise agarrarle y volver a besarle. Igual que cuando conseguimos pasión en el beso. La situación, y él mismo, me hicieron desear que aquello no parara. Quise acostarme con él.
Puedo sentir que mis sentimientos de amistad a veces se juntan con otros, ya más allá de los ensayos. A veces en el descanso, cuando estoy tomando el almuerzo, observo cómo sale de clase para ir al área de intolerantes. Igual que otras veces estoy charlando con él y de pronto me encuentro a mí misma mirando sus labios, y deseando besarle.
Estoy un poco confusa. Y no quiero enamorarme. Tengo miedo a perderle. De hecho, tengo miedo a que la horda que viene le mate. O que invada la ciudad. Pero lo que más miedo me da es tener que matarle, que pase como pasó con mi padre o con Aiko: que le muerda un zombie, que esté conmigo y que me pida que le mate. Sería tan doloroso. 
Así que no puedo permitirme esa clase de sentimientos. Siquiera debería haber hecho amistad con él. Pero para eso, ya es tarde.
................................................................................................................................................................
A ver, antes de nada, quiero que sepáis que la idea del bebé a la espalda con el zombie llevándolo no ha sido cosa de mi propio cerebro. Lo vi en un corto que descubrí en Youtube y me pareció interesante meterlo aquí. Os dejo AQUÍ EL LINK por si queréis verlo. Sólo tenéis que clickar.
Por otra parte, esta semana no va a haber un "Vuestras peticiones". Tengo que escribir tres relatos (bueno, uno ya lo tengo) y uno de ellos basado en una ópera, que ahí es nah. Pero vamos, para la semana que viene lo tenéis.
Por otra parte, la primera imagen que he puesto esta vez no se corresponde con la imagen de Saya xD Ella tiene el pelo muy corto y cuando trabaja va metida en un uniforme militar. Pero bueno, es una imagen molona igual ;)
Por cierto, en el próximo capítulo habrá ACCIÓN (omg xDD).
Y bueno, por otra parte, ya poco a poco estoy consiguiendo ponerme al día con los comentarios. Que sí, que ya me vale, pero bueno, ¡mejor tarde que nunca!
Y hablando de comentarios, espero que comentéis :) Al igual que espero que os haya gustado este capítulo, y al igual que agradezco a Cgm y Pao D'Cid haber comentado el anterior capítulo. ¡Sois estupendásticas las dos!
Quedan dos entradas para la número 100. Todavía podéis proponerme algo en particular. Si no, ya sabéis, ¡moñada sentimentaloide al canto!
Y nada, no mucho más. Un abrazo muuuuy fuerte para todos, y muchísimas gracias por leer lo que escribo ^^
¡Nos leemos!

2 comentarios:

  1. UAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA SAYA ES TAN ÉPICAAAAAAAA *OOOOO* ¡ESTUDIANTE DE DÍA, MATA-ZOMBIES EN LA TARDE! ¡OÉ SAYA!
    Y vamos, que ambos se vayan sintiendo así... :3... *w*... :33333 ES TAN ADORABLEEEEEEEEE *puke rainbows*
    -Pao
    PD: Menos mal que ya casi se acaba la semana xD Amo esto de encargarte relatos, ES ÉPICO.
    PD2: Pues tocará la moñada sentimentaloide, porque no se me ocurre nada ._.

    ResponderEliminar
  2. Moñada senntimentaloide, próximamente en Explosiones en la cabeza, el motivo es la commemoración de las 100 entrada;, no se lo pierdan, señoras y señores (voz de presentador del telenoticias).
    Awwww, love is in the air (and poisonous gas too).
    Acción??? Dónde??? A cuántos zombies se matará???
    Me encanta el capítulo, aunque lo del baby no sea tuyo; al final Saya lo adoptará, veréis como sí (asiente convencida)

    C
    G
    M

    ResponderEliminar

¡Eh! ¡Ten cuidado conmigo! ¡Tengo una pierna! ¡Y puedo atacarte con ella en caso de no ser respetuoso en tu comentario! Así que vete con ojo...