21 feb 2013

[Día 500] Doce de la mañana.

Fran y yo corremos dados de la mano, con nuestras respectivas mochilas rebotando en nuestras espaldas, atravesando una calle para conseguir coger un autobús que se acerca peligrosamente a la parada que está a unos cien metros de nosotros.
Él corre delante de mí, pues es más rápido y atlético que yo, y sé que si me soltara conseguiría ir aún más deprisa; pero sigue sosteniendo mi mano. Yo, por mi parte, hago todo lo que puedo para seguir su ritmo o incluso alcanzarle. El corazón me late fuertemente, respiro por la boca y el aire que expulso se convierte inmediatamente en vaho frente a mis ojos.
Conseguimos alcanzar el autobús justo cuando éste llega a la parada. Nos subimos, y mientras él pasa su bono de transportes, yo tengo que pagar un billete sencillo para poder viajar. Nos agenciamos un sitio en las últimas filas, y ahí me acurruco a su lado, apoyando la cabeza en su hombro mientras mi mochila descansa ahora sobre mis rodillas.
Hacía tiempo que no me pasaba algo así. Correr detrás de un autobús y alcanzarlo puede ser suficiente para sentirse vivo al notar cómo el corazón late con fuerza, cómo el aire pasa por la garganta sin ser depurado por la nariz, cómo la velocidad provoca movimiento en el pelo y en las ropas, cómo el mundo se acelera, cómo se distorsiona la visión lateral provocando rostros alargados en la gente que pasa cerca. Sí, me siento viva. Esto me hace sentir viva tras prácticamente dos años estando muerta.
Muerta. Asusta pensar en cómo será estar muerto. Me hace preguntarme si hay algo más allá de esta constante repetición de días, si realmente valdrá la pena.
Cuando recupero el aliento, levanto la cabeza del hombro de Fran y le dedico una sonrisa alegre. Me responde con otra un tanto ladeada, y después me da un beso rápido en los labios. Aún no estoy acostumbrada, por lo que no puedo evitar sonrojarme un poco.
- ¿A dónde vamos? - le pregunto, porque desde que salimos del instituto sólo se ha dedicado a llevarme de la mano.
La verdad es que salir del centro escolar ha sido más fácil de lo que esperaba. Pensé que al ser dos sería más difícil, pero no. Hace tiempo, unos doscientos días atrás, me di cuenta a base de observar e investigar de que el cocinero del comedor escolar salía siempre a la misma hora a fumar por una puerta secundaria que da a la calle y está cerca de la cocina. Un día me aventuré a coger mi mochila, bajar las escaleras, atravesar pasillos de esa guisa y salir por esa puerta con toda la cara de este mundo. Lo hice, total, al día siguiente nadie se iba a acordar. El hombre, al verme salir, se sorprendió y trató de agarrarme. Entonces, sólo tuve correr todo lo que pude más.
Esta vez ha sido completamente igual, pero corría con Fran. Ha sido mejor correr con él que correr sola. Me ha hecho sentir única en el mundo, ha llenado de color toda la calle que yo siempre veía gris. Él, hoy, ahora mismo, está aportando alegría a mi vida. A mi repetición. Y no puedo agradecérselo lo suficiente.
- Vamos a mi casa - responde, mirando al frente, y abro los ojos con sorpresa - donde haremos el amor apasionadamente hasta que nuestros cuerpos estén saciados - añade mirándome a los ojos, y no puedo hacer otra cosa que no sea abrir aún más los ojos. Incluso llego a abrir la boca.
Entonces, Fran se ríe y dice:
- Era broma, Carol. Menuda cara has puesto.
Le doy un golpe cariñoso en el hombro y, sonriendo, digo:
- Me habías asustado.
- ¿Te asusta perder la virginidad? - pregunta, enarcando una ceja con gesto serio.
Desvío la mirada. La verdad, no lo sé. Tengo catorce años. Catorce. Creo que soy muy joven para eso. Ahora mismo podría salir con un chico, sí. Puedo quererle, besarle, incluso podría meterle mano o algo. Yo que sé, tocarle el culo. Algo de eso. Pero incluso eso, que pensándolo fríamente en realidad es una tontería, me daría vergüenza y me costaría atreverme a hacerlo, así que tener relaciones sexuales... pues aún más. Además, los catorce no es una edad apropiada, o al menos yo no lo veo así. Además tendría que hacerlo con alguien a quien quisiera, por aquello de que es la primera vez.
Y Fran me gusta, ya está. Estoy muy colada por él, pero no sé si le quiero. Por mucho que estos quinientos días me hayan podido endurecer y forzarme a madurar, sigo teniendo catorce años en algunas cosas. Una de ellas, el sexo. Otra de ellas, el amor.
- ¿Asustarme? - pregunto retóricamente - No lo sé, pero creo que soy aún joven para ello - respondo a su pregunta.
- Buena respuesta - dice él, y luego añade - A mí, la verdad, no es algo que me preocupe especialmente. Vamos a ver, no neguemos que en ocasiones siento deseos, pero tampoco me obsesiona como a algunos de la clase - explica.
- Deseos, ¿eh? - pregunto, pícara, enarcando una ceja y sonriendo de medio lado - ¿Y cómo los sacias, pillín?
- No te importa - responde él, con chulería fingida.
Me río, y él también. Luego me acerco a él y le doy un beso más en la boca.
- Bueno, entonces, ¿dónde vamos? - vuelvo a preguntar.
- Ya te lo he dicho, a mi casa - responde él, arqueando sendas cejas.
Entorno los ojos, ladeando la cabeza, y Fran añade:
- Obviamente no vamos a pasar el día entre mis sábanas. Simplemente quiero enseñarte algo.
- Oye, pues no me importaría pasar un rato en tu cama - digo, y él pone gesto socarrón - Me refiero a que podríamos dormir un rato. O relajarnos tumbados - explico, y al imaginar la escena no puedo evitar sentir unas tremendas ganas de que ocurra.
- Pues la verdad, no me importaría nada echarme una siesta - dice - Esta noche he dormido fatal.
- ¿Y eso ? - pregunto, y empieza a contarme una pesadilla que ha tenido.
Le escucho, observando cómo gesticula con el cuerpo y cómo su cara va cambiando de una expresión a otra mientras habla. Me fijo en su boca, y descubro que tiene varios empastes en las muelas del fondo de la mandíbula inferior. Y le sigo escuchando, mas no puedo evitar pensar en lo extraño que es todo esto.
De pronto estoy en un autobús con Fran, que ni si quiera sé qué es ahora para mí. No diría que es mi novio. Es el chico que me gusta, y al que al parecer le gusto yo. Y estamos planeando una cita, o eso parece. No lo sé. Es extraño, simplemente. Y si para mí lo es, para él debe serlo más.
Para cuando termina de contarme su pesadilla, ya estamos fuera del autobús. Recorremos una manzana caminando tranquilamente dados de la mano hasta llegar a su edificio. Allí llegamos al piso donde vive. No hay nadie en él porque vive sólo con su madre, dado que sus padres están divorciados, y su madre obviamente trabaja, por lo que por las mañanas no está.
Allí dejamos las mochilas, en su cuarto, y cuando estoy a punto de sentarme en su cama para simplemente no estar de pie, él me frena a la exclamación de "Quieta pará". Luego me pregunta si se me ha olvidado que tiene algo que enseñarme.
Salimos de su piso, esta vez sin la carga de las mochilas en nuestra espalda, y subimos en ascensor hasta la última planta. Allí Fran abre una puerta que da a más escaleras, y las subimos para llegar a otra puerta más que da a una azotea.
Salgo a ésta, y el suelo lleno de pequeñas piedras se hunde un poco a mi paso. Camino, y pronto entiendo por qué me lo quería enseñar: hay unas vistas a la ciudad más que estupendas. Veo los edificios más importantes y altos, a parte de un precioso cielo medio nublado sobre mi cabeza. Los rayos de sol se cuelan por algunas nubes, que avanzan con lentitud.
Fran se sitúa a mi lado, y me pregunta mirando al horizonte:
- ¿No crees que es un lugar estupendo?
- Sí que lo es - respondo - Gracias - y le doy un beso suave en la mejilla.
- En primavera y verano paso mucho tiempo aquí. Me encanta subir aquí arriba, tumbarme un rato, sentir la brisa... en ocasiones dibujo el paisaje. Tampoco es que se me dé muy bien, pero lo intento - me explica, y sonríe en la última frase.
- No sabía que dibujabas - digo, interesada - Podrías retratarme.
- Qué egocéntrica - dice él, bromeando.
Le doy otro golpe cariñoso en el hombro, y él sonríe mordiéndose un poco la lengua. Ese gesto consigue enamorarme un poco más.
- Gracias, Fran - digo, acercándome un poco a él.
- ¿Por qué? - pregunta, mirándome con curiosidad.
- Por tener las narices de hacerme pasar un buen día - contesto, y le dedico una sonrisa animada.
- Como si me costara hacérselo pasar bien a una chica guapa, simpática, agradable e inteligente como tú - dice él, restándole importancia a lo que hace.
Me alejo un paso de él, y me pregunta qué estoy haciendo. Entonces tomo impulso y salto hacia delante, y Fran es lo suficientemente rápido como para agarrarme y dejarme sostenida en aire. Me aferro a su cuerpo con brazos y piernas y le doy un beso que bien podría aparecer en una película.
Por buena suerte, esto no es una película. No me limito a ver el beso, sino que lo vivo.
Y por mala suerte, no es una película. Es mi vida, es estar atrapada en el tiempo. Es vivir un día quinientos que espero jamás vuelva a repetirse tras hacer lo que tengo pensado hacer.
Pero, hasta que llegue el momento a las cinco y cuarenta de la tarde de hoy, disfrutaré todo lo que pueda y más.
..............
Bueno, pues aquí estoy con el cuarto capítulo de esta historia.
Creo que, a lo sumo, quedan otros cuatro capítulos. Historia corta, como veis. Pero es que este es un blog de relatos y tal, así que... es lo que hay xD
En fin, muchas gracias a Pao D'Cid, Cgm y Dolores Enima Neag por leer y comentar ^^ Sois genialosas, chicas :3
En fin, espero que este capítulo os haya gustado y que me dejéis algún comentario. 
Muuuuchos besos.

6 comentarios:

  1. Oh qué lindo Fran :3 Aunque Carol me ha afligido con éso de "ése momento a las cinco cuarenta de la tarde" :O ¿Qué harás, Carol? D:
    Me encantó, ésta historia no hace más que mejorar.
    -Pao

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Carol hará lo que tenga que hacer para intentar salir de su bucle temporal...
      Qué seria ha sonado esa respuesta xD
      Y sí, Fran es muy adorable y buen chaval (al igual que Carol, la verdad xD)
      Muchas gracias por comentar, lee y subirme el ánimo al decir que la historia no para de mejorar *O*
      Me alegro muy mucho de que te encante ^^
      ¡Besoootes!

      Eliminar
  2. Qué pasará a las cinco cuarenta???????????? No seas mala, no me dejes con la intriga! Mi no querer tanta intriga, mi querer menos.
    Bueno, mi lado prehistórico ya ha hablado por mí, así que sólo añado que está supermegahiperultragenial.

    Un besazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pasará... lo que tenga que pasar...
      MWAHAHAHA, qué malvada soy que os dejo con toda la intriga xD Pero me queréis, lo sé, y yo os quiero a vosotras xD Aunque eso no quita que sea malvada >:D
      Nah, en realidad no lo soy xD O al menos no tanto... xDDD
      Me alegro de que te parezca que está supermegahiperultragenial ^^
      Muchas-chas gracias por leer y comentar :D
      ¡Besos!

      Eliminar
  3. tienes que subir el proximo capitulo yaaa!!que intrigaaaaaa!enserio esta historia me fascinaa 8) me encanttaaa, es que tiene algo...sabes?algooo que no se que es xD enserio tienes una imaginacion y un arte increibless:)sigue asi:D bss

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo subiré esta semana con bastante seguridad ;)
      Gracias por decir que tengo mucha imaginación y arte... yo no creo que tenga tanto, pero bueno, si tú lo dices será verdad y me lo tomaré como un cumplido ^^
      En fin, me alegro de que te fascine la historia ^^
      Muchas gracias por comentar y leer, de verdad :3
      ¡Beesazos!

      Eliminar

¡Eh! ¡Ten cuidado conmigo! ¡Tengo una pierna! ¡Y puedo atacarte con ella en caso de no ser respetuoso en tu comentario! Así que vete con ojo...