14 feb 2013

[Día 500] Siete, ocho y nueve de la mañana.

La alarma del móvil suena, dejando que oiga las primeras notas de una cancioncilla alegre, y la apago de inmediato sin ningún tipo de sueño o lentitud, pues llevo con los ojos abiertos como platos desde hace una hora aproximadamente.
Me levanto, llena de energía desde hace semanas, y justo cuando abro la puerta de mi cuarto me encuentro a mi hermano.
- ¿Estás bien? - me pregunta.
- Claro - respondo.
- Si hoy, en algún momento, necesitas ayuda, llámame al móvil - me dice, y después se da la vuelta y se mete en el baño.
Siempre entra él antes al baño cuando me dice eso. No le voy a llamar. No necesito su ayuda.
Me dirijo a la cocina y allí me preparo un Cola-cao templado y me tomo unas cuantas galletas. Mi madre se dedica a recordarme que tengo que ir más deprisa o llegaré tarde, me pregunta si ayer hice todos los deberes y ese tipo de cosas. Se pasea con sus botas de invierno de aquí para allá, al igual que mi padre con sus zapatos elegantes desgastados. Ambos trabajan en cosas parecidas y entran a la misma hora, por lo que salen media hora antes que mi hermano y yo. Ambos me dan un beso en cada mejilla antes de irse. Les digo que les quiero y me responden que ellos a mí también justo cuando están cerrando la puerta.
Si lo de hoy sale bien, les voy a echar mucho de menos. Puede que en ocasiones me echen mucho la bronca o que me parezcan anticuados en otras, pero son mis padres, y les quiero. Además de que siempre me han tratado con cariño y han tratado de educarme lo mejor que han podido. No son los mejores padres del mundo, pero son mis padres, por lo que son los mejores padres de mi mundo.
Mundo atrapado en el tiempo.
Cuando termino de desayunar, mi hermano entra en la cocina y empieza a hacerse el desayuno. De los dos él es el que más tarda en el baño. Exactamente media hora de reloj. Es muy coqueto. Yo me conformo con ponerme el uniforme del instituto, hacerme un par de trenzas rápidamente y asearme un poco. Hoy, incluso, me perfumo.
Me miro en el espejo. Mis afilados ojos azul grisáceo me responden a la mirada, e inmediatamente mi ceño se frunce. La verdad es que, para tener catorce años, mi mirada es bastante más madura. Al principio, cuando el tiempo empezó a repetirse, no era así. Tenía una mirada más cándida, dulce e inocente. Más de adolescente, quizá. Ahora lo único que muestran mis ojos es rectitud, cansancio y dureza.
Tomo aire, hinchando el pecho y echando los hombros hacia atrás. Me coloco la falda tableada de cuadros verdes, me subo los leotardos también verdes hasta el ombligo y les soy la vuelta sobre el borde de la falda para que no se caigan mientras camino, me arremeto el polo del instituto por debajo de los leotardos y, finalmente, cubro esto con el jersey.
Vuelvo a mirarme en el espejo y acomodo las trenzas castañas por delante de los hombros. Puede que lo único un tanto infantil que quede en mí sean esas trenzas, y mi cuerpo aún sin terminar de desarrollarse.
Salgo del baño y voy a mi cuarto, donde me pongo un abrigo negro y un gorro del mismo color, donde cargo la mochila sobre mis hombros y donde me calzo mis zapatos escolares. Después salgo de casa al lado de mi hermano, que me lleva en coche hasta la puerta del instituto en menos de cinco minutos. Le doy un beso cariñoso en la mejilla, algo que nunca solía hacer. Desde que empezó a repetirse el tiempo lo hago a diario. Mi familia se ha vuelto, quizá, mi mayor apoyo.
Entro en el instituto tarde, y subo las escaleras con parsimonia. No me importa entrar tarde a clase. Cuando llego al aula, la puerta está obviamente cerrada. Llamo con los nudillos y luego entro.
- ¿Puedo pasar? - le pregunto al profesor de Física y Química, que estaba a punto de escribir en la pizarra.
- Puedes - me responde, y acto seguido comienza a gastar la tiza.
Entro, cerrando la puerta tras de mí, y me siento en mi pupitre. Una amiga me dedica un saludo breve con la cabeza, y yo respondo con el mismo gesto. Durante toda la clase, la cual ya me sé de memoria, me dedico a pensar en mis cosas, en mi plan, hasta que termina la hora. Una hora entera hablándonos sobre los moles. Si la primera vez fue aburrido, la vez quinientas es tortura. Ahora nos toca clase de Lengua, pero antes tengo un levísimo descanso que durará poco más de minuto y medio.
- Eres una lentorra - me dice de pronto la que me saludó, como hace siempre que llego tarde.
Le dedico una mirada lánguida y le digo irónicamente:
- Qué va.
- ¿Qué te ha pasado esta mañana, a ver? Y no me digas que ha sido por culpa de tu hermano porque no me creo que sea tan lento para arreglarse si siempre va muy casual - me dice, sonriendo.
- Pues esas pintas casuales las consigue estando media horita en el baño - respondo.
- Es una pena que me saque cinco años, si no, estaría ahora mismito detrás de él como una leona - dice, y luego se ríe.
- Bueno, dicen que el amor no tiene edad, María - respondo, esbozando una media sonrisa.
- Calla, calla - dice ella, moviendo la mano - No hagas que me ilusione.
- En serio, no sé qué le ves.
- No lo sabes porque es tu hermano.
- Eres idiota.
- Tú más.
Justo entonces la profesora de Lengua hace acto de presencia y María vuelve a su asiento. Yo me preparo mentalmente para soportar por quinquésima vez la revisión de las frases que teníamos para hoy y la explicación de literatura. Paso, nuevamente, toda una clase haciéndome pasar por alumna atenta mientras pienso en mis cosas.
De pronto, ocurre algo inesperado. Bueno, en realidad en estos quinientos días ha ocurrido unas diez veces, por eso es inesperado. Otra profesora llama a la puerta y le pide a nuestra profe de Lengua que salga. Me dejo caer sobre mi mesa, apoyando la cabeza en los brazos, cuando de pronto pasa algo realmente inesperado.
- ¡Joder! ¡Dejadme en paz ya! - grita uno de mis compañeros.
Levanto la cabeza, temiendo lo peor. Esa voz pertenece a un chico de mi clase que está marginado del resto, y ni si quiera sé por qué. Yo entré en este instituto cuando empecé la secundaria, y ese chico lleva aquí desde antes. A mí no me parece que tenga nada raro. Bueno, es tímido, muy tímido; se pone de los nervios cuando alguien intenta hablar con él, tartamudea cuando lee en voz alta, responde en un tono bajísimo cuando los profesores le preguntan algo... pero creo que se debe a la presión que siente en clase. Hay un grupito de cuatro o cinco que se dedican a hacerle el día a día imposible. No le pegan ni nada de eso, pero se pasan las clases molestándole de diversas formas.
El chaval en cuestión pocas veces alza la voz, pero esta vez lo ha hecho. Está totalmente rígido en su mesa, y a su alrededor hay bastantes diminutas bolas de papel que han sido lanzadas desde un bolígrafo vacío.
- Dejadme en paz - repite, esta vez más bajo y más calmadamente.
- ¡Eh, eh! ¡Que se revoluciona el mudo! - dice una de las chicas que le joden la vida, y justo después el que le estaba tirando bolitas le lanza otra que se queda en el pelo del maltratado.
Los cuatro o cinco capullos se ríen a carcajadas, y lo peor es que algunos compañeros más les siguen.
Estoy a punto de decirles algo cuando otra voz se alza:
- Sois unos mamones - dice - Dejadle en paz. Él no os ha hecho nada nunca.
Ahí está él, el chico que me gusta, defendiendo al más vulnerable de la clase con el ceño fruncido y los ojos marrones llenos de fuerza.
- Tú calla, Fran, que no tienes ni idea - responde la chica que habló antes.
Fran, que así se llama mi enamorado, se gira y su pelo castaño claro corto apenas se mueve. Le pregunta por lo bajini al maltratado si está bien, y este responde con un asentimiento de cabeza que provoca que la bola de papel caiga de su pelo.
Luego, por algún extraño motivo, me mira a mí. Pestañeo una vez mientras noto cómo mi corazón se desboca, pero le respondo con un asentimiento de cabeza en señal de aprobación por lo que ha hecho, y él me dedica una sonrisa que a su rostro rectangular le sienta estupendamente.
Trago saliva, y entonces le indico con las manos que luego tengo que hablar con él. Fran abre los ojos con sorpresa, y luego asiente una vez, dándome a entender que comprende. Después desvía la mirada, pero yo sigo observándole.
Observo su pelo corto en tono castaño claro, que si se lo dejara más largo estaría la mar de gracioso porque es pelo rizado. También sus ojos marrones, que se han quedado fijos en su cuaderno; y su mano derecha, que sostiene un boli con el que juguetea.
Me permito el lujo, incluso, de seguir observándole cuando entra la profesora. Sólo un par de segundos antes de volver a fingir que soy la alumna más atenta de la clase. Sólo un par de segundos para grabar bien su imagen en mis retinas. Sólo un par de segundos, por si acaso mi plan funciona.
..............
Bueeeeno, pues aquí estoy con un nuevo capítulo de Día 500.
Antes de nada, aclarar una cosa: no sé cómo veréis vosotros el dibujo, pero la falda es de un color hoja caduca... es que yo, en la fotico que le he echo, la veo amarilla... NO ES AMARILLA xD Maldita cámara de mierda... (En realidad podría escanear el dibu, pero me da pereza, hohoohho)
En fin, espero que este capitulete que abarca 3 horas más del día de Carol os haya gustado ^^
Muchas gracias a todos por leer, y en especial a Cgm y Pao D'Cid por comentar :D Sois geniales, chicas :3
Eeeen fin, muchos besos y nos leemos a la siguiente entrada :)

4 comentarios:

  1. Ayayayayay, ¿qué quieres hacer, Carol? No intentes matarte, no intentes matarte, por favor no intentes matarte.
    Ay qué mona es cuando habla de su enamorado!!! *-*
    El capítulo es genial, pero eso no es nada nuevo para ti, ¿no?

    Un besazo

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    1. Carol... hará lo que tenga que hacer ;)
      Y sí, es monísima, como cualquier persona hablando de sus amores, creo yo :P Es que todos nos ponemos blandos cuando hablamos de las personas que nos gustan xD
      Y bueno, aunque no fuera nada nuevo (que en realidad siempre lo es), nunca está de más que me lo recuerden, porque me sube el ánimo :3
      Muuuchas gracias por tu comentario y por leer ^^
      Besiis

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  2. UUUUUUUUUUUF, uf, uf, la intriga me está matando D: Bueno, no, no muero sólo porque quiero saber más ;D
    Está ultragenial, tremendamente ultragenial *-*
    -Pao

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    1. No te mueras que me quedo sin lectora xD Y bueno, ya se irá resolviendo tu intriga ;)
      Y me alegro de que te parezca ultragenial *O* Me gusta oír eso xD O bueno, leer o_O
      Muuchas gracias por leer y comentar :3
      ¡Besotes!

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