26 jun 2014

Veintiséis de Junio, parte 2 - La vulnerabilidad en la desnudez

Hace unos días, me crucé con un chico. Iba pensando en escribir una entrada para este blog, construyendo las frases y todo lo que quería plasmar en mi cabeza. La lluvia caía, la música sonaba en mis oídos junto con las gotas estallando en el suelo, las puntas de goma de las Converse repelían la humedad, mi abrigo y mi gorra de tela se empapaban... y yo estaba sumergida en mi mundo cuando me dio por levantar la vista un instante.
Y pasó aquel chico, con sus pantalones apretados, un poco más alto que yo, unas deportivas, una chaqueta de estilo béisbol y una gorra cualquiera. Escuchaba música, como yo. Llevaba las manos en los bolsillos, como yo. Me miró un instante a los ojos. Miradas chocando una vez más ese día, como con tantos otros desconocidos. Pero hubo algo distinto en sus ojos. Leve soberbia, quizás. 
Giré un poco la cabeza para ver cómo se alejaba, y en ese momento, pensé dos cosas a la vez: la primera, que a qué venía esa actitud, y la segunda, que cómo sería sin toda su ropa puesta - porque, para qué negarlo, tenía su atractivo.
Y los dos pensamientos se mezclaron en uno: ¿qué somos cualquiera de nosotros una vez desnudos?
Todo lo que expresamos, cubrimos y aparentamos con la ropa se borra. Se muestra un cuerpo humano como el del resto de la gente, porque no nos sintamos especiales, tampoco tenemos cuerpos tan distintos. De pronto ahí están nuestros defectos, nuestras inseguridades. Nuestra actitud, la que tenemos con ropa, se desvanece. Poco queda de ella, porque de pronto hay cosas de las que avergonzarse, hay cosas que nos hacen iguales a los demás, que nos hacen vulnerables. Los animales tienen su pelaje, nosotros, ¿qué tenemos? No hay nada que cubra nuestras cicatrices, nuestras estrías, nuestras verrugas, nuestras grasas o lo que sea que tengamos. 
Y tampoco hay nada que proteja nuestro cuerpo de un golpe. La desnudez es la vulnerabilidad extrema. Podrían atacar nuestra moral señalando algún defecto, podrían atacar nuestra integridad física con cualquier golpe. 
Por eso nos escondemos bajo capas de ropa. Por eso tapamos con nuestras manos lo que podemos si, cuando vamos a darnos una ducha, alguien entra inesperadamente en el baño. Por eso buscamos bañadores que oculten esto o aquello. Por eso, incluso, nos sentimos incómodos durmiendo o andando desnudos por nuestra casa aún sabiendo que no hay nadie que pueda vernos.
Siempre he sido una persona con mucha autoestima, aun así. Siempre me he visto bien en el espejo, y aun con esas, veo mis defectos. Aun con esas, cuando voy a la piscina y estoy en bikini, temo que alguien pueda decir algo sobre dichos defectos. Aun con esas, estuve terriblemente nerviosa aquella vez en la revisión médica de los catorce años cuando tuve que quedarme en ropa interior.
Todo lo que aparento con mis vaqueros, mis Converse, mi sudadera y mi gorra... o en verano con mis camisetas anchas de grupos y mis shorts o pantalones anchos... ese estilo despreocupado y cómodo pero un tanto macarra, a veces... todo eso... se esfuma en esos instantes. Mi vulnerabilidad se muestra, y paso de tener una postura claramente firme a estar más insegura.
Así que... ¿qué más darán, chaval de la gorra, tus miradas altivas si desnudo frente a mí temblarías tanto como yo desnuda frente a ti?

2 comentarios:

  1. Aaaaaaaaaaaaaah. Con la música de fondo creaste un ambiente, Misora, recalco la palabra ambiente porque de repente fue como si a mi alrededor tuviera un montón de místicas ondas azules y todo se oscureciera excepto tu texto, y me hiciste ponerme a pensar porqué a pesar de, como tú, tener una buena autoestima, me da terror ir en bikini-aun cuando dicen que tengo el cuerpo para ello-, y me siento incómoda cuando no llevo jeans, converse y camiseta, cuando llevo algo fuera de lo normal.
    Así, fue realmente mágico *-*
    -Pao

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    Respuestas
    1. La verdad es que la canción es justo la que iba escuchando ese día. No es una canción que suela dejar, pero ese día la dejé, porque quedaba muy bien con la lluvia. Era bonito.
      Y a mí también me pasaba eso. Actualmente no tanto. No sé. Tengo una teoría. Es como si hubiera una especie de "terror" al cuerpo femenino. Quiero decir, no se normalizan nuestros cuerpos. Todo el mundo quiere ver a una mujer desnuda pero cuando alguna se destapa un poco es como: "Dios mío, tápate, vas enseñando mucho". Es muy contradictorio. El cuerpo de la mujer se ha sexualizado hasta tal punto que lo único que no nos queda provocativo es los brazos. Por eso nos sentimos mejor con los vaqueros y las camisetas y tal, porque si nos ponemos shorts enseñando más pierna, o vestido que de pronto parece que nos convertimos en diosas de la monosidad, o escote que todas las miradas van a ir ahí. No sé. Es extraño. Yo ya he empezado a pasar de todo eso y me pongo lo que me da la gana, pero inevitablemente me siento más cómoda con camisetas, converse y vaqueros xD
      En fin, menuda pedazo de respuesta semi-filosófica te he soltado xD
      Me alegro de que te gustara el texto y te hiciera pensar ^^ ¡Y muchas gracias por tu comentario!
      Un abrazo muuuy fuerte para ti :3

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