6 sept 2015

Carnaza

La sirena devoraba sin compasión el cuerpo del tipo de seguridad. Ese mismo hombre había visto a esa misma sirena, una, dos, trescientas veces, trescientas noches. Sus ojos, ahora carentes de vida, eran todavía capaces de reflejar la cara ensangrentada de la sirena, que tiraba de la piel sin escrúpulos, separando los músculos de sus tendones y masticando. El sonido habría resultado grotesco, casi vomitivo, si alguien aparte de ella hubiera estado allí para oírlo.
"Por fin", pensaba mientras los pedazos de carne bajaban por su garganta y la sangre, aún caliente, se desbordaba por su boca, "Por fin he conseguido huir".
Había pasado todos los años que estuvo encerrada en el tanque planeando esa noche, cultivando su odio hacia los humanos, que desde que descubrieron los reinos ocultos de las sirenas, se habían dedicado a cazarlas y exponerlas en acuarios, y eso si tenían suerte. Sus colas eran tan sabrosas y sus escamas tan bellas que normalmente las mataban para servirlas y comerlas, o para hacer los más hermosos vestidos, tapizados y zapatos.
Ella era una de las afortunadas que pasó del océano al acuario. Desde el primer instante luchó, incluso en su pecera gigante, mostrándose violenta con cuidadores y visitantes, que pasaban de mirarla con fascinación a temerla. Más de un niño había llorado por su culpa, por su rostro deformado al gritar, por los golpes que propinaba contra el cristal del tanque.
Esa actitud consiguió que las medidas de seguridad se extremaran con ella. No importó. No dejaría de planear su huida, su vuelta al mar. No cesaría su odio hacia los humanos. No pararía de luchar hasta que sedujera y devorara al menos a uno más, como llevaba haciendo desde casi su nacimiento.
Así, cuando vio al nuevo guarda nocturno, que yacía ahora medio desmembrado en suelo, supo que sería su oportunidad. Un chico joven, de mirada carismática, que oiría advertencias sobre ella, pero no había porqué confirmárselas. 
La segunda noche comenzó su plan de seducción. Le siguió en sus caminatas desde dentro del tanque, risueña, juguetona. Lo repitió varias noches hasta que él comenzó a seguirle los juegos.
También cantaba para él las canciones más hermosas, que apenas eran audibles a través del cristal insonorizado, pero la noche y su silencio permitían escuchar aquella voz sacada de un sueño.
Fue de esta manera, poco a poco, noche a noche, como la sirena fue conociéndole, y como él creyó conocerla. Vio en sus ojos la tristeza de la soledad en su pecera gigante, las ansias de salir de allí y volver al mar. Ella le prometió amarle siempre, un romance imposible que sería cierto sólo para él. Le prometió ser la mujer de sus sueños a cambio de su libertad, y esa noche, por fin, tras tanto actuar, el corazón enamorado e inocente del guarda había caído. 
Abrió el tanque por arriba, por donde entraban los cuidadores, y ella emergió, le abrazó, se rió. El guarda pensó que reía de felicidad, pero los motivos de la sirena eran otros. Reía porque era libre. 
Se miraron a los ojos un instante, tomando ella el rostro joven entre sus manos, y le dedicó la mirada más dulce que jamás había visto, para después ver en los ojos de su amada la pura maldad de su naturaleza.
Era una sirena, al fin y al cabo.
No le dio tiempo a alejarse. Los dientes que tantas veces había visto en sonrisas cariñosas se hundieron en su garganta. La sangre cayó al tanque, mezclándose con el agua.
Ahora estaban en otra parte, en el suelo, hasta donde ella había arrastrado el cadáver. 
Las alarmas comenzaron a sonar y la sirena se alzó, jadeante, empapada en sangre. Miró al frente, esperó al resto de personal de seguridad sin miedo. Era  más fuerte que ellos incluso en tierra, más fuerte que sus armas y sus piernas. Se trataba de un ser sobrenatural, no debían olvidarlo.
Lo único que consiguieron cuando llegaron para matarla fue temer por sus vidas antes de morir. 
Un temor que llenó sus ojos.
Un temor que, sin duda, ella disfrutó. 
***
Este relato fue escrito en el Expomanga 2015 de Madrid, para un concurso que, por cierto, gané B)
He decidido compartirlo por el blog porque creo que quedó bien y tal, y porque pretendo retomar este sitio poco a poco. A ver si lo consigo ^^
¡Un abrazo! Y muchas gracias a todos aquellos que leáis y comentéis esto. Espero que os haya gustado.

4 comentarios:

  1. Me ha gustado muchísimo, Misora.
    Es un relato bastante corto que refleja perfectamente la situación. Me hubiera gustado conocer más de cerca los pensamientos de la sirena, pero no puedo sino felicitarte y agradecerte que lo publicases. Por cierto, ¿"aparte" no se escribe junto?

    Un abrazo muy fuerte,

    Naif.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegra que te haya gustado tanto, Naif ^^
      Lo cierto es que no quería mostrar sus pensamientos, si no su naturaleza, su comportamiento. Creo que sus acciones reflejan bien lo que pasa por su cabeza, y si no es así, estoy abierta a críticas constructivas ^^
      Muchísimas gracias por leerlo y comentar, y lo del "aparte" ya está solucionado ;)
      ¡Un abrazo!

      Eliminar
  2. Sobrecogedor. En serio, me encanta. Aish. TÚ Y TU PUÑETERA MANÍA DE HACER QUE ME ENCANTE TODO LO QUE ESCRIBES, JODER.
    Tengo un problema con la sangre ;___;
    Un beso,
    C.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y TÚ Y TU PUÑETERA MANÍA DE SER UN AMOR, LEERME Y COMENTARME.
      Y yo y mi puñetera manía de ser la putA AMA YA JODERRRRR xDDD
      Vale, no. Relajo las tetas.
      Me alegra mucho que te haya gustado tanto, y siento si he herido tu sensibilidad con las cositas sangrientas así tan bellas xD Lo tendré en cuenta para la(s) próxima(s).
      Muchas gracias por comentar y leer, estupenda.
      ¡Un abrazo!

      Eliminar

¡Eh! ¡Ten cuidado conmigo! ¡Tengo una pierna! ¡Y puedo atacarte con ella en caso de no ser respetuoso en tu comentario! Así que vete con ojo...