28 feb 2014

[Intoxicados 11] - Real

Terminamos de grabar la última escena, una vez más, y la directora tras unos segundos da el visto bueno. Sonrío, aliviada, mientras el equipo de iluminación, grabación y sonido estalla en gritos de alegría. Esto supone el final del rodaje. Ya hemos grabado todas y cada una de las escenas, ahora sólo queda que la parte del equipo dedicada a la edición monte todo, añada música y esas cosas.
Nos despedimos de todo el equipo, que nos abrazan o nos dan la mano, nos dan las gracias por habernos esforzado y haber actuado, y nos dicen que en cuanto esté todo editado, nos avisarán para verlo con ellos. 
Kiyoshi se pone su máscara de gas antes de salir de la zona para intolerantes, y luego salimos los dos de ahí, y de paso, del instituto. Se ha hecho tarde, y si fuera un día normal, iría corriendo a currar, pero me han concedido un día de descanso porque ayer me arriesgué demasiado y acabé rodeada de zombies, que casi me mordieron en distintas ocasiones.
Cuando llegué a la nueva barricada, me revisé por si tenía algún arañazo del que preocuparme, pero estaba todo bien. Así que me han dado un día libre para "recuperarme del susto" y para "pensar en las consecuencias de mis actos", según me han dicho.
Lo que voy a hacer es relajarme, tomarme un té con pastas y ver la tele; porque sinceramente, el examen de mañana, el último ya del trimestre, lo llevo bastante bien. Repasaré antes de dormir, si eso. 
Kiyoshi y yo vamos caminando en silencio, por la calle, debido a que apenas nos entendemos al hablar con las máscaras puestas. Finalmente llegamos a su casa, supongo que ahora también mi casa, y nos quitamos las máscaras junto con los zapatos.
- Dios, qué alivio quitarse esto - dice él.
- Ya te digo. Se acerca el calor y es inaguantable - digo yo, comenzando a subir las escaleras.
- Y se respira fatal - apunta él, a mi espalda.
- No sé cómo eres capaz de llevarla puesta todo el día - comento, negando con la cabeza.
- Pues porque no tengo otra opción, chica - responde, ya cuando llegamos arriba. 
Él va a su cuarto y yo voy al mío. Su casa es tan grande que incluso podrían venir a vivir tres personas más, y seguirían teniendo cada una su propio dormitorio. Abro un armario, donde tengo unas pocas prendas de vestir que conseguí rescatar de mi casa un día limpiando la zona norte, y me quito el uniforme. Estoy desabrochándome el sujetador cuando oigo la voz de Kiyoshi:
- Oye, Saya...
Y se calla. Levanto la mirada y le veo, en la puerta de mi cuarto, la cual había dejado abierta, ya con su ropa de andar por casa puesta, y mirándome con los ojos abiertos como platos, y no precisamente a los ojos.
Por algún motivo que no entiendo, siquiera me altero. Cualquier persona normal, con sentido del pudor, se taparía como pudiera. Pero no. Yo es que soy así.
Me lo tomo con calma y me abrocho el sujetador, de nuevo, tapándome sin ponerme nerviosa.
- ¿Qué querías? - digo, en ropa interior, mientras veo cómo se sonroja.
En realidad, la situación me hace mucha gracia.
Se queda mirando mi cuerpo un par de segundos más hasta que sube la mirada a mis ojos, y luego la aparta, y comienza a juguetear con los mechones rubios de su pelo.
- Eeeeh... - balbucea - Sólo quería preguntarte que si te gustaría este finde ir conmigo a una discoteca a la que suelo ir, a pasar un buen rato - me propone, y mientras yo aprovecho para ponerme la ropa que me iba a poner.
- Pues no lo sé - respondo, poniéndome una camiseta ancha - No soy mucho de discotecas.
- Oh, bueno, entonces nada - Y mientras dice eso, me pongo los pantalones, de manera que cuando vuelve a mirarme, estoy completamente vestida - Espera - dice entonces, frunciendo el ceño -, ¿entonces no te quitas el sujetador?
- Claro que me lo quito. Observa - respondo, y lo que hago es desabrocharlo y sacarlo por debajo de la camiseta sin necesidad de quitármela, dejando a Kiyoshi un poco alucinado - Técnica femenina - digo, y luego, por diversión, le lanzo el sujetador a la cara.
Le golpea y luego lo coge, lo mira, y dice:
- ¡Ay, Dios! - lo suelta en el suelo, como si fuera un bicho, y se va rápidamente.
No puedo hacer otra cosa que reírme, y él aparece segundos después falsamente indignado diciendo que no me ría de él, pero yo sigo riéndome, y al final acaba por coger mi falda del uniforme y ponerse a correr por la casa con ella, haciendo que le persiga para que me la devuelva.
***
Veo por la tele que se está recuperando lenta, pero efectivamente, la zona norte de la ciudad; y no puedo hacer más que alegrarme. Quizá dentro de un mes haya conseguido volver a casa. No es que mi piso sea una maravilla, de hecho no mide más de cuarenta metros cuadrados, pero me gusta estar allí. Se vive bien, tranquilamente. 
Aunque no creo que tarde en acostumbrarme a esta casa. Hoy me he dado un baño relajante y ha sido estupendo. Me he tirado en la bañera casi una hora, pensando en mis cosas
, hasta que tenía las yemas de los dedos muy arrugadas y me he decidido a salir. Me he secado con una toalla, he vuelto a hacer mi trenza en el mechón largo que sale tras mi oreja, y luego me he vestido, yendo por la casa absolutamente relajada.
De pronto oigo un golpe en el piso de arriba, donde está Kiyoshi, supuestamente estudiando. Como tengo curiosidad, bajo el volumen de la televisión y me quedo escuchando, hasta que le oigo sollozar.
Me levanto inmediatamente y comienzo a subir las escaleras, llegando a su cuarto y abriendo la puerta. Le descubro sentado con la espalda apoyada en la pared, mirando lo que parece un álbum de fotos en casi plena oscuridad de no ser por la luz del flexo en su escritorio.
Levanta la cabeza y puedo ver cómo se le cae una lágrima. Me mira con sorpresa, y yo, ante la cara de tristeza que tiene, sólo puedo acercarme a él y sentarme a su lado.
- ¿Qué pasa? - le pregunto en tono suave, pegándome un poco a él.
- Estaba viendo estas fotos y bueno... me ha hecho sentir un poco triste - dice, esbozando una sonrisa forzada.
Bajo la mirada al álbum y descubro fotos de lo que debe ser él cuando tenía diez u once años, con sus padres, celebrando la navidad, abriendo regalos, con el resto de la familia comiendo, en fin de año... la felicidad de su rostro en esos momentos contrasta con el gesto triste de ahora.
- Y luego encima me encuentro con estas otras - dice, pasando páginas.
Ahora son fotos de hace dos o tres años. Fotos de una chica de cabello negro, largo hasta la mitad de la espalda, con un flequillo recto. Sale ella sonriendo, ella haciendo el símbolo de la victoria, ella poniendo caras, ella con gesto de estar hasta las narices de que le hagan fotos... en algunas salen juntos.
- ¿Era tu novia? - le pregunto, y él asiente.
- No sabes lo genial que era. Era más de lo que yo podría haber pedido. Mucho más - dice, y su
voz se rompe al final de la frase.
- No deberías torturarte así - digo, cogiendo el álbum y cerrándolo.
Lo aparto a un lado y para cuando vuelvo a girarme, le veo encogido sobre sí mismo, llorando en silencio. Pero puedo ver cómo aprieta los dientes, también, rabioso. Lo único que se me ocurre es acercarme a él y abrazarle, y para mi sorpresa, él responde abrazándome también. Apoya la frente justo al final de mi cuello y me aprieta contra sí, agarrando mi ropa.
Yo le acaricio suavemente. Paso mi mano por su cabeza, y por su espalda, y me mantengo en silencio hasta que se le va pasando, momento en el que deja de apretarme con tanta fuerza y levanta la cabeza. Mi rostro esta cerca del suyo, como tantas otras veces, aunque esta vez es distinto. Tiene su frente apoyada en la mía y le oigo sorberse los mocos, tragar la saliva, suspirar, tranquilizarse. Le sigo acariciando mientras lo hace, mirándole.
- Cuando había que sobrevivir apenas pensaba en ella, ni en mis padres. Tenía otras cosas en las que pensar - susurra.
- Lo entiendo - digo, para que sepa que no era el único.
- Ahora pienso en ellos, y en ella, y no sé cómo voy a superarlo - me explica, y le pongo una mano en el rostro.
Entonces pienso que una piedra quita otra piedra, y que quizá yo no pueda nunca quitar la de sus padres, pero... pero la otra sí.
Acerco un poco mi cabeza a la suya, y alza la mirada, primero mirando a mis ojos y luego a mis labios. Vuelve a mirarme a los ojos según me acerco, leyendo en ellos lo que voy a hacer. 
Y él hace lo mismo. Nos acercamos lentamente hasta que nos besamos una vez más. Y esta vez es distinta. Esta vez no estamos actuando. Esta vez somos nosotros. Esta vez lo que sentimos es real, es totalmente real.
O al menos, lo es para mí.
................................................................................................................................................................
Bueno, antes de nada, perdonad por haberme retrasado un día en publicar este capítulo. Ayer tuve un día ajetreado y llegué tarde a casa (qué rebelde xD) y ya era hoy, es decir, llegué sobre la una de la madrugada a casa, entonces era un poco absurdo publicar en ese momento porque seguiría siendo sábado en lugar de viernes.
Por lo que me he esperado a esta hora, cuatro de las tarde en España, para publicar :)
Pero vamos, que no creo que vuelva a repetirse, y además Intoxicados está completamente escrito. Os diría cuántos capítulos son, pero no es plan porque entonces sabríais en todo momento cuántos capítulos quedan para terminar y no xD Ya os avisaré cuando queden cuatro o así para el final :P
Aunque bueno, todos tranquis que todavía falta xD
Pooorrr oootrrrraaa paaarrrteeee, he visto que el vídeo gustó bastante ^^ Me alegro mucho, la verdad porque fueron unas horas de estar ahí grabando, repitiendo grabación, y luego como una hora haciendo el vídeo (¿una hora para poner unas pocas imágenes y música de fondo? ¡Sí! ¡Bienvenidos al mundo de la edición! xD)
En fin, me tengo que ir yendo que todavía no he comido. Si es que soy muy malota, y no podría vivir en Londres. Maldita sea, ahí comen a la una o antes, puta locura. Yo necesito comer más allá de las dos de la tarde xD
Eno, muchas gracias a Pao D'Cid y Cgm por haber comentado el anterior capítulo. ¡Os prometo que la semana que viene contesto a todos vuestros comentarios! Si es que me acumula el trabajo, POR VAGA QUE SOY. Tiradme un tomate, lo merezco.
¡Un abrazo muy fuerte para todos!

25 feb 2014

¡Entrada número 100!

¡¡¡FIIIIEEEESSSSHHHHTAAAA!!!








¿Que por qué fiesta? ¡Pues porque esta es la entrada número 100 de Explosiones en la cabeza!


¡Y si estoy aquí es gracias a vosotros! Así que esta tanda de gifs, van a vuestro honor, a todos los que comentáis y seguís este blog (y Sangre sobre el pan), a todos los que leéis y no comentáis, a los que me decís cosas en privado... o simplemente a los que seguís el blog pero no leéis una caca de lo que escribo. A todos vosotros:





BUENO, ya vale de gifs. De momento. Hemos recorrido un gran camino hasta aquí, tanto vosotros, como yo. Hemos vivido historias (¿Recordáis a Sean y Lauren, de En otra vida cuando seamos gatos? Y seguro que no os olvidáis de Carol, de Día 500; de los recientes Ludwig e Yleendra; y ahora mismo estáis siguiendo Intoxicados), habéis descubierto cosas sobre mí (como que, a parte de hacer mucho el bobo, tengo un novio estupendo, soy muy friki, me gradué el curso pasado, pasé una depresión y que soy bi), yo he descubierto cosas de vosotros, hemos aprendido de lo que cada uno escribía... y todo eso, es parte de este camino. Gracias a todo eso, estamos ahora aquí, y estoy haciendo esta entrada de número redondo.
Pero no habéis visto todo el recorrido, y como no quería soltaros una moñada escrita, os la he soltado hablada. He decidido deciros una serie de cosas, con mi propia voz, y por eso aquí abajo hay un vídeo de nueve minutos (sí, un poco largo, pero al menos no es la media hora que duró la primera grabación que hice, ni los quince minutos de la segunda. A la tercera va la vencida y es lo máximo que pude resumir). 
Así que nada, aposentad vuestros traseros, poneros los auriculares y prepararos para escucharme hablaros durante nueve minutos mientras veis un vídeo más o menos cutrecillo que he hecho para no aburriros mucho.



Y bueno, yo después de esto, no tengo mucho más que deciros.
Que gracias, de nuevo. Que se me ha olvidado mencionar a muchos (Eternal Fighter, Teeburu Coriso, María, La Otra, Borya_14...), que sois de lo mejor que podría ocurrirme, y que os debo muchísimo. 
Sois todos vosotros gente maravillosa y os merecéis de lo mejor. Me siento muy afortunada de teneros a mi lado, muy halagada de que invirtáis vuestro tiempo en leer lo que escribo e incluso comentarlo. 
De todo corazón, gracias.

Y bueno, ahora ya dejando a un lado tema sentimental, ya sabéis por qué publiqué Intoxicados ayer (lunes) en lugar de hoy, cuando el día de subida normal es los martes. 
También, por cierto, si os ha molado el tema de que me grabe, podéis decírmelo xD "Misora, tíah, haz más grabaciones"; porque me las apañaría para hacerlas. Si no os ha molado, tiradme tomates y todo solucionado.
En fin, no tengo mucho más que añadir. Sólo que un fuerte abrazo para todos y que si hemos llegado a cien, podemos llegar a mil ;)



24 feb 2014

[Intoxicados 10] - Horda

Tomo aire, tranquilizándome. Lo que voy a hacer es jodidamente peligroso, además algo que no he hecho jamás. Cuando la movida zombie empezó, mis padres y yo hicimos barreras de contención con diversas cosas alrededor de la casa, en las zonas más débiles, porque dudábamos que los zombies atravesaran o escalaran la valla que rodea mi hogar, y nos quedamos dentro de la misma. Mi padre sólo salía de la casa de
vez en cuando, para ir a robar comida a algún establecimiento cercano abandonado. Un día, simplemente, no volvió. Pasó lo mismo con mi madre.
Yo nunca salí de la casa. En aproximadamente dos años y medio. Me estuve apañando como pude porque me daba demasiado miedo salir. Recuerdo llegar a comer sólo una albóndiga cada tres días porque tenía que racionar la comida. Me quedé tan flaco que, para que se me viera, tenía que pasar tres veces. Se marcaban todas y cada una de mis costillas, apenas tenía carne sobre los huesos, mi cara parecía una calavera.
Pero ahora, con el aviso de una horda invadiendo la ciudad, una horda que ha traspasado la barricada norte; me dispongo a salir fuera. Por suerte, tengo una pistola que he disparado en muy pocas ocasiones, pero que mi padre trajo a casa en su momento. La robó de una comisaría, cuando todo empezó.
Vuelvo a tomar aire, compruebo que la pistola está cargada, y salgo. Voy corriendo a mi bicicleta, que llevo un tiempo sin usar, pero me monto y comienzo a pedalear todo lo rápido que puedo.
No saldría de casa de no ser por Saya. Sé que trabaja en las barricadas y tengo miedo a que pueda haberle pasado algo, pero también sé que es lo suficientemente lista como para haberse ido por patas cuando la situación se ha puesto difícil. Por lo que voy a su apartamento, en el cual sólo he estado una vez.
Voy pasando una manzana tras otra, por la carretera, colándome entre los pocos coches que hay activos. Según me acerco a su zona, la zona norte, muy cerca de la barricada, voy viendo cada vez más zombies muriendo a manos de humanos. Y luego veo zombies mordiendo a gente. 
Pero yo paso corriendo, sin temer lo que me pueda pasar, hasta que llego al edificio donde vive Saya. Me bajo de la bicicleta, observando mi entorno, en el cual hay bastantes zombies. Un par de ellos, o tres, se han fijado en mí. Mierda. Además no puedo respirar bien. Y noto algo cayendo por mi nariz.
Entonces alguien me empuja. Es Saya. Lleva consigo un rifle, y me grita desde el interior de su máscara:
- ¡Vuelve a tu casa!
Entonces pega un tiro y cae un zombie. 
- ¡Necesito saber que estás bien! - respondo.
- Ya ves que sí. Ahora vete. Salva tu culo, yo suficiente tengo con salvar el mío - me dice, y sigue pegando tiros.
Estoy a punto de responder, pero me mareo y me caigo al suelo. No puedo desmayarme ahora. Ahora no, joder.
- ¡No me jodas! - oigo que grita, y entonces lo que hace es agarrarme. 
Me levanto con ella, tirando de mis fuerzas, y de pronto me veo dentro de la primera Sala de Purificación de su edificio. El aire húmedo y caliente me limpia junto al gas venenoso del ambiente, y comienzo a sentirme mejor.
Me incorporo y me quedo mirando. Veo cómo se arrodilla en el suelo y va disparando sin dudar a todos los zombies que van llegando. Está así unos diez minutos, cambiando la munición diversas veces, hasta que se queda sin ésta.
Entonces corre hasta otro sitio y vuelve con un bate de béisbol hecho de metal. Se acerca a los zombies sin dudar y les machaca la cabeza como si fuera una sandía. Se tira casi una hora haciendo esto, y voy viendo cómo pasa de estar bien a acabar exhausta. Pero ha limpiado casi toda la zona de zombies, y la precisión y frialdad con la que lo ha hecho me hace admirarla y temarla al mismo tiempo; al igual que me hace preguntarme quién es esta chica y cómo ha conseguido sobrevivir.
***
Está enfadada. O mejor dicho, enfadada y cansada. Tiene las piernas cruzadas, está sentada frente a mí, al otro lado de la mesa baja que hay en mi salón; con los codos apoyados en las rodillas y la cabeza en las manos, agarrándose con fuerza sus cortos mechones.
- Siento causarte problemas - me dice, de pronto, sin levantar la cabeza.
- No es un problema, tranquila - respondo, y ella suspira a modo de respuesta.
La zona norte fue totalmente invadida por la horda a pesar de los esfuerzos de la población en general para que así no fuera. Se construyó una segunda barricada en cuestión de horas, y los que antes trabajaban en la barricada norte, ahora trabajarán yendo a despejar esa zona. Saya es una de las que irán a despejar.
Su apartamento, además, está en la zona invadida. No tiene a donde ir y me ha pedido vivir conmigo hasta que se haya recuperado la zona. Llevaba dos días durmiendo dentro del instituto.
- En fin - dice de pronto -, no voy a andar lamentándome para siempre de haber perdido mi piso, que además lo puedo recuperar - dice, y levanta la cabeza.
Me sonríe y respondo de igual manera.
- Menos mal que el instituto está por el sur, porque lo que me faltaba era volver a interrumpir mi educación - comenta - Quiero terminar la preparatoria ya.
- Yo también. Es extraño tener veinte años y, en fin, seguir llevando uniforme - respondo, esbozando una media sonrisa.
- ¡Sí! - exclama ella - Pero en los chicos pasa más desapercibido. ¿Qué hago yo llevando una faldita de colegiala? Se nota mi edad real.
- Como si fueras una actriz porno - digo, y luego asiento con la cabeza.
- Bueno, yo había pensado en chica Playboy, pero supongo que eso también vale - dice, riéndose levemente.
- O también podrías ser una repetidora sexy - digo, y luego le guiño el ojo exageradamente, como si ligara con ella.
- La repetidora sexy que vuelve locos a los chavales de su clase, ¿no? - dice, siguiendo mi broma.
- A mí te aseguro que un poco loco sí me vuelves - digo, esta vez sin pensar.
Antes había dicho todo eso sabiendo lo que decía, pero esto se me ha ido un poco de las manos. Porque no lo he dicho del todo en broma, y se ha notado. Estoy a punto de empezar a jugar con mi pelo cuando ella me pregunta con cierta sorna:
- Del uno al diez, ¿cuán loco te vuelvo?
- ¿Siete? - respondo, sin saberlo muy bien.
- Vaya, qué decepción. Me esperaba un ocho y medio como mínimo - dice, y su rostro cambia de la pillería a la seriedad fingida.
- Bueno, siempre puedes hacer algo para que tu nota suba - digo, de nuevo sin pensar, pero me da igual, porque veo que ella sigue la conversación.
- ¿Algo como qué? - pregunta, en un tono un tanto sensual, y de pronto no sé a dónde nos está llevando este diálogo.
- Vale, vale... Saya, ¿a dónde estamos llegando? - pregunto, levantando las manos y frunciendo el ceño.
- No lo sé, ¿a dónde quieres que lleguemos? - responde ella, en el mismo tono de antes.
- No puedes jugar así conmigo - digo, haciendo que me desespero.
- Hombre, claro que puedo - responde ella, volviendo a su tono normal - De hecho es muy gracioso.
- Cuánta maldad... - digo entre dientes, mirándola con desconfianza fingida.
- Pareces un chico virgen nervioso ante la expectativa de mantener relaciones - comenta, y luego se ríe, para después preguntarme - ¿Eres virgen?
- Eeeeh... - balbuceo. 
Ha sido una pregunta muy directa y verdaderamente personal. En cierto modo es un poco extraño contestar. De hecho, ella misma me dice que si no quiero no tengo por qué contestar, y que si me ha hecho sentir incómodo, que lo siente; pero le respondo con naturalidad que simplemente no me lo esperaba.
- No, no lo soy - contesto - Antes del asunto de los zombies, tenía una novia. Llevaba con ella desde los quince años, y bueno, en los dos años que duramos, nos dio tiempo a hacer de todo, obviamente.
Acordarme de ella me hace sentir un poco triste. La quería muchísimo, y no puedo evitar echar de menos esas veces que iba a recogerla a su instituto y se le iluminaban los ojos al verme, o cuando me escuchaba si le hablaba de mis tonterías, el colmillo más adelantado al resto de dientes que hacía que su sonrisa fuera diferente, o aquella vez que aprendió a hacer piercings y me hizo uno en la oreja izquierda.
Me empiezo a acariciar el lóbulo de la misma, mirando al suelo, sintiendo el agujero entre los dedos, pensando en lo feliz que era con ella por aquel entonces, cuando Saya me pregunta sacándome de mis pensamientos:
- ¿Llorabas por eso cuando te saqué del Club de Música? - contesto con un asentimiento de cabeza, y ella añade - Oye, si no quieres hablar del tema...
- No, no pasa nada. La melodía que estaba tocando... solía tocarla para ella. Le encantaba. Así que me acordé de ella y bueno, pasó lo que pasó - le explico, esbozando una sonrisa triste.
- Lo siento - dice Saya.
- No pasa nada. Intento verlo por el lado "positivo" - digo, bajando la mano.
- ¿Y cuál es? - pregunta.
Entonces alzo la cabeza, miro a sus ojos oscuros, ahora expectantes por mi respuesta; y digo:
- Que ahora puedo encontrar a otra chica que, incluso, sea mejor para mí que ella.
.................................................................................................................................................................
Bueno, bueno... pues que sepáis que casi publico el capítulo que no era xD El 11. Porque me ha dado por revisar cuál era el último que había publicado, que si no... la lío parda.
En fines, EN FINES: ¿Qué tal? ¿Bien? ¿Sí? Yo también.
No tengo muchio que decir, sólo que la segunda imagen se corresponde a algún recuerdo de Kiyoshi. Yastá.
Y cambiando de tema, LA PRÓXIMA ENTRADA SERÁ LA NÚMERO 100. Omg!
Al final se me ha ocurrido algo guay. Creo que voy a hacer un vídeo, el cual pretendo que sea breve porque no quiero aburriros, y... no sé si leeré algo de Sangre sobre el pan o de algo que tenga escrito por aquí. Ni fruta idea. Pero pretendo hacer un vídeo, ¿vale? xD 
Y bueno, no mucho más.
Muchas gracias a Cgm y Pao Del Cid por haber comentado el anterior capítulo, sois estupendas ambas, y os quiero mazo :'D
Espero que este capítulo os haya gustado ^^ Como prometí, hay ACCIÓN, aunque sólo al principio xD Pero eh, haberla, hayla xD
Eno, muchas gracias por haber leído, por estar siguiendo esta historia... y espero vuestros lindos, LINDOS comentarios. O no lindos. Podéis dejarme comentarios brutales. Lo que queráis xD 
¡Un abrazo de oso para todos! :3

21 feb 2014

[Intoxicados 9] - Bebé

Subo la barricada una noche más, y voy a colocar mi rifle en su sitio, en mi puesto; cuando descubro un papel en éste. Un papel que se agita con la brisa nocturna, y que no se vuela por el peso de una piedra que tiene encima. Me agacho, quedándome en cuclillas, y me lo acerco al rostro para leerlo bien:

"Tenemos informes de zombies en la ciudad.
Además, se aproxima una horda bastante grande.
Tened cuidado, estad preparados, y avisad a los vuestros.
"

Arrugo el papel, rabiosa. Me enfada muchísimo que, además del gas venenoso que me obliga a llevar estas molestas máscaras, y que a otras personas ni si quiera les permite quitárselas dentro de edificios; siga habiendo hordas. Eso significa que sigue habiendo un enorme número de zombies.
¿Es que acaso no vamos a librarnos de ellos jamás? ¿No van a inventar una cura, una vacuna? No podremos vivir así para siempre. El gas tardará unos cincuenta años en ser respirable junto con oxígeno en zonas sin depurar, ¿y tendremos que seguir ocupándonos de zombies? ¿Tendremos que seguir con el constante miedo a perder a aquellos que queremos, o perder nuestra propia vida?
Aprieto más el papel en mi puño y lo tiro al suelo, en el cual ni me molesto en tumbarme. Me arrodillo, apuntando con el rifle, manteniendo la postura para que no se mueva. Estoy tan cabreada con esto que no puedo tumbarme. Necesito forzar un poco mi físico hasta cansarme para tranquilizarme.
Un zombie aparece en mi zona y aprieto el gatillo sin dudarlo tras apuntar. Veo cómo recibe el impacto de la bala y cae al suelo, lo cual me hace sentir un poco mejor. 
Tras una media hora así, me decido a tumbarme, estando ya más calmada. Decido repasar mentalmente el examen de Historia que tengo mañana, para el cual llevo estudiando desde la semana anterior. Lo único que interrumpe el hilo de mis pensamientos son los zombies que van apareciendo, y se interrumpen cada media hora o cuarenta minutos. La noche está siendo un poco movidita. Se nota que se acerca una horda.
Entonces, veo a través de la mirilla un zombie de un hombre que lleva una mochila. Pero lo que me llama la atención no es eso, si no que lleva las manos atadas, y que frente a sí tiene una bolsa colgada de un palo largo que parece estar enganchado a su espalda.
Cojo un walkie-talkie que tengo conmigo y que nunca he utilizado, y aprieto el botón para abrir comunicación:
- Aquí puesto cuatro. Repito, aquí puesto cuatro. Cambio.
- La recibo, puesto cuatro - me responden - ¿Algún problema? Cambio.
- Estoy viendo un zombie que lleva consigo algo extraño. Pido permiso para bajar al otro lado de la barricada y acercarme a explorar. Cambio.
- Permiso concedido, puesto cuatro. Los puestos tres y cinco abarcarán su zona y cubrirán sus espaldas. Cambio y corto.
Doy un último vistazo a través de la mirilla para saber si han llegado más zombies, y también para tener localizado a ese en particular; y luego cojo el bate que traigo siempre conmigo por si hay una situación desesperada.
Bajo al otro lado de la barricada, a la zona no segura, la zona donde hay zombies. Comienzo a acercarme al extraño, lentamente, sin hacer ruido, sosteniendo el bate por si me ataca. Pronto estoy a su lado, y descubro que es un zombie. Su piel putrefacta y una mordedura en el hombro me lo confirman, además de sus movimientos lentos.
La bolsa que cuelga frente a él parece tener carne, no sé si humana o de algún animal. Pero es carne, y él la sigue por su olor. 
Le rodeo tratando que no se dé cuenta de mi presencia, y lo que veo a su espalda, en lo que yo creía que era una mochila, es un bebé. Lo miro desde la distancia, tratando de distinguir si es también un zombie o si está vivo, siquiera. Pero puedo ver que respira, que se le cae una baba: que está dormido.
Levanto una mano y enseguida una bala atraviesa el cráneo del zombie, que comienza a caer hacia atrás, pero me acerco corriendo y lo siento lentamente en en el suelo, para que no aplaste al bebé. Lo saco con cuidado, sosteniéndolo entre mis brazos al mismo tiempo que no permito que se caiga el bate, y tratando que no se despierte para que no haga ruido y atraiga a otros zombies que pueda haber; y luego vuelvo a la barricada.
Subo como puedo con el bebé y el bate a cuestas, y cuando estoy arriba, bajo al otro lado para llevarlo a la sala donde está el tipo con el que he hablado por el walkie. 
- ¿Está vivo? - me pregunta, y respondo asintiendo con la cabeza - ¿Y cómo ha sobrevivido al gas venenoso?
- Se ve que, igual que hay zombies inmunes a él, también hay humanos inmunes - respondo, y luego digo - Ocúpate tú de él. Tengo que volver a mi puesto.
- ¿Y qué hago yo con esto? - pregunta mientras me alejo.
- No lo sé. Deberías informar a un superior. Si es inmune al aire, podrían hacer algo para que todos lo fuéramos - respondo, y tras salir, vuelvo a mi puesto.
***
Dejo caer la cabeza en los apuntes de Historia. Ya vale por hoy. Son las dos de la mañana y tengo que despertarme dentro de cuatro horas y media para llegar al instituto puntual, por lo que apago la luz, doy el par de pasos que tengo que dar para llegar a mi cama y me dejo caer sobre ésta. La luz de la luna entra por la ventana, iluminando un poco mi hogar, y mostrando lo espeso que es el aire debido al gas tóxico: se ve en el suelo y las paredes una sombra de una bruma que yo apenas puedo percibir cuando estoy fuera. 
Me doy la vuelta, tapándome con la sábana, y despejando mi cabeza de fechas y acontecimientos históricos, me acuerdo del bebé. Pero sobre todo me acuerdo del zombie. Debieron morderle, además recientemente porque el niño está bien, y para salvar la vida de su hijo, porque entiendo que era su hijo, hizo aquello: una bolsa frente a su cara para seguir caminando guiándose por el olor, las manos atadas para no poder alcanzarla, y el bebé a la espalda para llevarlo consigo. 
Podría haber muerto el niño, pero consiguió llegar a la barricada. Debían estar cerca, debían estar buscando una zona segura, pero el padre no tuvo tan buena suerte como el hijo. 
Curioso. He matado a seis personas, pero es la primera vez que salvo a una. Bueno, y supongo que el otro
día cargándome al zombie que apareció en mi edificio también salvé a gente. Sin embargo, esto no consigue que me sienta mejor por haber matado a los que maté.
Sé que no soy monstruo, pero... a veces me siento así, porque sigo viviendo mi vida mientras ellos murieron a mis manos. Y ellos también merecían vivirla. De hecho habría sido mejor si yo hubiera muerto, porque ellos seguirían con vida. Serían seis vidas a cambio de una.
Suspiro. Lo peor es que ni si quiera lloro, ni tengo ganas de hacerlo. No lloro por sus vidas perdidas ni por sentirme mal conmigo misma por haberlos matado. Me arrepiento, desde luego, pero no me da la suficiente congoja como para llorar. Y eso me hace sentir aún más monstruosa.
Vuelvo a suspirar y decido que, igual que no debería seguir pensando en Historia, tampoco debería pensar en mi historia; por lo que trato de pensar en otra cosa, y es entonces cuando Kiyoshi aparece en mi cabeza.
Sonrío. Ese idiota... siempre tan expresivo, tan de decir lo que piensa. Me lo paso demasiado bien con él. De algún modo, voy a echar de menos dejar de ensayar con él. Es muy divertido, y nos vemos mucho. Quedamos todos los fines de semana para ensayar, además de los días que lo hacemos con el Club de Cine. 
Y qué leches, los ensayos me dan una excusa para poder besarle o abrazarle. Puede parecer una tontería, pero es tan agradable que no quiero que deje de pasar. Es una excusa perfecta para tener una clase de contacto impropio de una amistad. 
Aunque he de reconocer que, hace dos días, cuando practicamos el beso final, fue distinto. Sentí algo distinto. Su mirada mostraba tantísimo cariño hacia mí, me tocó con tanta suavidad... me sentí, de pronto, como una novia completamente enamorada. No quería que parara, quería seguir sintiéndome así.
De hecho cuando se separó de mí quise agarrarle y volver a besarle. Igual que cuando conseguimos pasión en el beso. La situación, y él mismo, me hicieron desear que aquello no parara. Quise acostarme con él.
Puedo sentir que mis sentimientos de amistad a veces se juntan con otros, ya más allá de los ensayos. A veces en el descanso, cuando estoy tomando el almuerzo, observo cómo sale de clase para ir al área de intolerantes. Igual que otras veces estoy charlando con él y de pronto me encuentro a mí misma mirando sus labios, y deseando besarle.
Estoy un poco confusa. Y no quiero enamorarme. Tengo miedo a perderle. De hecho, tengo miedo a que la horda que viene le mate. O que invada la ciudad. Pero lo que más miedo me da es tener que matarle, que pase como pasó con mi padre o con Aiko: que le muerda un zombie, que esté conmigo y que me pida que le mate. Sería tan doloroso. 
Así que no puedo permitirme esa clase de sentimientos. Siquiera debería haber hecho amistad con él. Pero para eso, ya es tarde.
................................................................................................................................................................
A ver, antes de nada, quiero que sepáis que la idea del bebé a la espalda con el zombie llevándolo no ha sido cosa de mi propio cerebro. Lo vi en un corto que descubrí en Youtube y me pareció interesante meterlo aquí. Os dejo AQUÍ EL LINK por si queréis verlo. Sólo tenéis que clickar.
Por otra parte, esta semana no va a haber un "Vuestras peticiones". Tengo que escribir tres relatos (bueno, uno ya lo tengo) y uno de ellos basado en una ópera, que ahí es nah. Pero vamos, para la semana que viene lo tenéis.
Por otra parte, la primera imagen que he puesto esta vez no se corresponde con la imagen de Saya xD Ella tiene el pelo muy corto y cuando trabaja va metida en un uniforme militar. Pero bueno, es una imagen molona igual ;)
Por cierto, en el próximo capítulo habrá ACCIÓN (omg xDD).
Y bueno, por otra parte, ya poco a poco estoy consiguiendo ponerme al día con los comentarios. Que sí, que ya me vale, pero bueno, ¡mejor tarde que nunca!
Y hablando de comentarios, espero que comentéis :) Al igual que espero que os haya gustado este capítulo, y al igual que agradezco a Cgm y Pao D'Cid haber comentado el anterior capítulo. ¡Sois estupendásticas las dos!
Quedan dos entradas para la número 100. Todavía podéis proponerme algo en particular. Si no, ya sabéis, ¡moñada sentimentaloide al canto!
Y nada, no mucho más. Un abrazo muuuuy fuerte para todos, y muchísimas gracias por leer lo que escribo ^^
¡Nos leemos!

18 feb 2014

[Intoxicados 8] - Gay

Me despierta el timbre de la puerta. Me incorporo inmediatamente, al principio confuso porque no sé quién es, hasta que caigo en la cuenta de que debe ser Saya. Habíamos quedado esta mañana para estudiar juntos Matemáticas, y también para ensayar un poco.
Me levanto y es entonces cuando me doy cuenta de que hay alguien más en mi cuarto. Me giro y veo a otro chico en un futón, incorporándose. Le miro, entre asustado y totalmente confundido. A ver, anoche fui a la discoteca de intolerantes, estuve allí pasando un buen rato, hablando con un par de chicas... y luego cuando iba a salir vi a este chico intentando ponerse la máscara de gas, pero no podía debido a la borrachera que llevaba encima. 
Le ayudé a ponérsela, me puse yo la mía y salí con él a cuestas. Le pedí su dirección para llamar a un taxi que le llevara a casa, pero no quiso d
ármela. No paraba de decirme que no se fiaba de mí. Sin embargo, cuando decidí llevarle a mi casa para dormir a pesar de no conocerme de nada, no puso pegas. 
Vale, bien. Es un alivio saber que no me acosté con un tío debido al alcohol.
El timbre vuelve a sonar, insistente, y el chico se lleva las manos a la cabeza y dice:
- ¿Dónde estoy? 
- En mi casa. Espera un momento aquí - contesto, dispuesto a ir a abrir la puerta.
- No, no - dice, y mirándome añade - ¿Dónde hay un baño?
Se lo indico y bajo corriendo las escaleras, oyendo nuevamente el timbre. Abro a Saya, que pasa por las dos salas de purificación y luego entra en mi casa. Se quita la máscara al tiempo que se descalza, y luego me pregunta, señalándome con la cabeza:
- ¿Qué haces así? ¿Estabas dormido?
- Eeeh... - balbuceo, intentando buscar una excusa, pero al final le digo la verdad - Anoche salí de fiesta y pasa lo que pasa...
- Te parecerá bonito. Yo corriendo para llegar puntual y tú dormido - dice, poniendo los brazos en jarras y luego inclinándose hacia mí.
Entonces comienzo a oír pasos que descienden las escaleras. Saya dirige su mirada en esa dirección, y ambos vemos aparecer al chico de antes, rascándose la nuca:
- ¿Es tu novia? - me pregunta, señalándola con el dedo.
- ¿Eres gay? - me pregunta Saya, con gesto sorprendido.
- ¿Es tu novia y eres gay? - pregunta entonces el chico, frunciendo el ceño en absoluta confusión, y luego mira a Saya y añade - Espera, ¿por qué le preguntas si es gay si eres su novia?
- Me ha dicho que ayer salió de fiesta, tú tienes pinta de tener resaca, os acabáis de levantar... y eres un tipo que se ha quedado a dormir en su casa - explica ella, sin darme oportunidad de hablar - Suma dos más dos, y tendrás la respuesta.
- ¿Me he acostado con un gay? - se pregunta entonces el chico a sí mismo - Pero si yo soy hetero...
- A veeer... - digo, haciendo que me presten atención - Ni nos hemos acostado, ni soy gay, ni ella es mi novia. 
Les explico la historia de cómo acabó el chico aquí, y luego me ofrezco a preparar café para todos. El chico y Saya se quedan en el salón viendo la tele, y luego desayunamos los tres juntos. Es un desayuno un tanto extraño debido al desconocido, pero no importa, porque tiene tanta resaca que apenas habla.
Tras adecentarse un poco, se va de mi casa. Suspiro cuando le veo desaparecer y voy al salón, donde le digo a Saya que voy a ducharme, porque apesto a sudor, y ella dice que vale, que estará estudiando mientras tanto.
Así que me ducho, en el piso de arriba, y luego me pongo ropa limpia de andar por casa. Bajo al salón y los dos comenzamos a estudiar. Básicamente, mientras que ella sabe resolverlo todo, yo no sé resolver casi nada. Su ayuda me viene genial, y en unas pocas horas mejoro una barbaridad.
***
- Vale, tiene que ser un beso cariñoso - dice Saya, como dando pasos a seguir - Tierno, dado con amor. Un beso de final de película que te hace pensar los protagonistas estarán juntos para siempre y serán muy felices - explica, y yo asiento con la cabeza - Y tú y yo tenemos que representar eso.
- ¿Por qué nos costará tanto? - pregunto, rascándome la cabeza.
- Porque no somos actores profesionales - dice ella, y suena coherente, por lo que asiento de nuevo - Bueno, vale, probemos. Bésame como besarías a una novia.
Me acerco a ella, que está de pie, mirándola a los ojos. Paso la mano desde su barbilla a su nuca, abarcando un poco el rostro cerca de la mandíbula, haciendo que levante la cabeza y agachándome yo otro poco para poder llegar a sus labios. Ladeo un tanto la cabeza y comienzo a besarla con cierta lentitud, para que sea un beso suave, aunque no consigo expresar ternura; y ella lo nota porque se separa de mí.
Empieza a hablar más para sí misma que para dialogar, y entonces pienso que la anterior vez necesité tocar su cuerpo, quizá ahora necesite... observar. Por lo que pruebo a mirar cómo se mueve, a fijarme en pequeños detalles: los reflejos más claros en su pelo, sus ojos oscuros de largas pestañas, el lunar que tiene al lado derecho de la barbilla, los movimientos que hace con las manos... Esa cara de pilla que suele tener. Sonrío, de pronto, sin poder evitarlo, sorprendiéndome a mí mismo, acordándome del sonido de su risa, de sus ojos cuando me miran mientras come o bebe algo, de que siempre tiene una ceja más alzada que la otra; y es cuando sé que estoy preparado.
Me acerco a ella y agarro con suavidad su brazo izquierdo, haciendo que deje de moverse y hablar, y que primero mire a su brazo y luego a mí. Coloco un corto mechón de su pelo, apartándolo de su rostro, mientras veo cómo su gesto cambia de la sorpresa a la relajación, para después soltar su brazo, bajar la mano por éste, y tocar su mano, entrelazando un poco los dedos.
Titubeo un poco, moviendo mi cabeza hacia la suya, y ella hace lo mismo, apretando mis dedos. Antes de que pueda darme cuenta, estoy sintiendo sus labios de nuevo contra los míos. Pero esta vez intento demostrarle a través de ese beso el cariño que siento hacia ella, y ella responde haciendo lo mismo. Puedo sentirlo.
Nos separamos unos segundos después, lentamente, con suavidad. También se separan nuestras manos.
Miro a Saya con la cabeza un poco gacha, un tanto avergonzado, porque ha sido extrañamente agradable besarla así; y veo qué juguetea un poco con su fina trenza, para después alzar la mirada. Aparto los ojos de inmediato, decidiendo que es buena idea interesarme desmesuradamente por el suelo, pero entonces noto que me da un golpe suave con el puño, en el brazo.
Levanto la vista y la veo de brazos cruzados, esbozando una media sonrisa.
- Ha estado muy bien - dice, y su sonrisa se vuelve completa.
- Desde luego - respondo, sintiéndome menos tímido y tenso.
- ¿Practicamos la escena entera y luego el beso, a ver qué tal nos sale? - me propone, y respondo asintiendo con la cabeza.
Saya y su tranquilidad con estos temas. Puede que me dé golpes cariñosos cuando menciono el sexo, o cuando coqueteo con ella de broma, pero en realidad se lo pasa genial. Y siempre está tranquila. Me pregunto por qué será. Por qué es capaz de asimilar tan rápidamente y sin apenas consecuencias en su estado de ánimo o actitud que tiene contacto físico conmigo impropio de una amistad.
Yo no puedo evitar sentirme nervioso cuando termina. La beso pasionalmente y no puedo evitar el deseo de hacerla mía. La beso con ternura y comienzo a imaginarnos caminando de la mano como una pareja.
Por eso cuando dejo de besarla así, sólo puedo sentirme extraño. Los sentimientos durante el beso se mezclan con los de amistad, y son contradictorios. Me confunden.
Pero ella me saca siempre de esa confusión con su calma, con su facilidad para seguir tratándome como siempre aunque nos acabemos de besar, con sus sonrisas. Con su manera de ser. Simplemente siendo ella.
................................................................................................................................................................
¡Heeey! ¿Qué tal? xD
Yo estoy aquí escribiendo este "pie de capítulo" cuando debería estar escribiendo algo para la clase de escritura que tengo dentro de... tres horas. Pero no se me ocurre nada, JAAJAJAJA. Soy una desgracia xDDD
En fin, pues nada. Espero que os haya gustado el capítulo, y el diálogo del principio, que a mí me parece muy molón xD 
Ah, tampoco se me ocurre nada para la entrada 100, y apenas faltan tres para llegar a esa :'D Cgm propuso un pastel de chocolate, pero no puedo mandaros eso por correo porque os llegaría aplastado y asqueroso T^T Si no, vamos, no dudéis que lo compraría y lo comería con todos vosotros (aunque comería poco porque los dulces me suelen empachar xD)
Así que ya sabéis, si se os ocurre algo, decídmelo. Si no... pues no sé, escribiré alguna moñada bonita dándoos os las gracias por todo. 
Aunque de momento, le doy las gracias a Cgm y Pao D'Cid por haber comentado la entrada anterior y por seguir esta historia ^^ También gracias a todos los que la leéis. 
Y bueno, no mucho más. Un abrazo muy fuerte para todos, y nos leemos el viernes con más Intoxicados y a lo largo de la semana con entraducas varias. 

17 feb 2014

Diecisiete de Febrero - Alzando el vuelo

Tengo unas pequeñas alas en la espalda. Nadie puede verlas, ni tocarlas. Yo tampoco. Pero sé que están ahí, porque puedo notarlas surgir de mis omóplatos, porque en cierto momento empezó a picarme la espalda y, al rascar, se abrieron heridas de las que surgieron plumas. Porque las he notado crecer.
Es el momento de alzar el vuelo, lo sé. Me he esforzado mucho en hacer crecer mis alas, las cuales ya mucha gente tenía fuera, y que yo mantenía dentro por miedos, por incompresión, porque me hacía falta crecer de una manera interna. Ahora están ahí. Son pequeñas, pero cada vez que salto, me permiten estar unos segundos más en el aire. Poco a poco me levanto más del suelo, poco a poco llego a más.
Pero sé que ha llegado el momento por más cosas a parte de eso. Puedo sentirlo. Como si los astros se alinearan, como si el universo decidiera conjurar a mi favor y todos los dioses en los que se ha creído y se creerá hubieran hablado entre ellos para ponerse de acuerdo y ayudarme a levantar el vuelo. Sí, es eso. Siento cómo mi pequeño mundo, lentamente, gracias a mi esfuerzo, gracias a que he decidido moverme y dejar de esperar, gracias a la bondad de los demás; se mueve en mi favor. Las cosas se colocan, día a día, lentamente, y llegará un momento en el que lograré mis objetivos. Un momento idóneo en el que mis alas darán el último estirón y podrán mantener mi peso en el aire.
Confío en que las cosas saldrán bien. Puede que no perfectas, seguro que habrá baches y dificultades, pero acabará saliendo bien. Algo me dice que temprano.
Así que, astros alineándose, universo a mi favor, dioses antiguos y modernos... seguid haciendo vuestro trabajo conmigo. Vosotros sabéis que yo cumpliré mi parte. Sabéis que voy a seguir esforzándome y llegando un poco más lejos cada día. Y sabéis que, en los momentos importantes, cruzaré mis dedos para que me deis suerte, vuestro apoyo.
Mientras tanto, yo iré alzando el vuelo.

14 feb 2014

[Intoxicados 7] - Amistad

Kiyoshi me saca de mi concentración en los apuntes dando apenas unos suaves golpes con la yema de los dedos en la superficie de mi pupitre. Alzo la vista para verle pasar a las filas de más atrás, saludándome animadamente con la mano. Respondo más suavemente y vuelvo a concentrarme. Los exámenes comienzan la semana que viene, el jueves, y continúan hasta el viernes de la siguiente. Estudio antes de que empiecen las clases y en los descansos porque entre semana, entre los ensayos con el Club de Cine, el instituto y el trabajo; apenas tengo tiempo para estudiar.
Así que vuelvo a sumergirme en los apuntes de Inglés, susurrando las palabras de manera apenas audible para mejorar mi pronunciación.
La verdad es que hace tres años no era para nada estudiosa. Tenía algunos problemas con mi padre por eso, pero era lo único. Digamos que me estudiaba los exámenes el día antes, si eso. Normalmente, un par de horas antes de dormir. Por supuesto, solía suspender, y si no, sacaba apenas suficientes. Lo normal si haces eso y no eres un cerebrito. Pero no me importaba porque tenía diecisiete años y otras prioridades. Ahora, a mis veinte, no me apetece para nada estar en un instituto, por lo que estudio más para poder pasar de curso este año sin problemas y comenzar de pleno con la vida adulta.
Recuerdo que cuando llegaban los exámenes finales, en los que me jugaba el aprobado o el suspenso en varias asignaturas, mi padre intentaba ayudarme a estudiar, pero se desesperaba al ver que yo me distraía con cualquier cosa. Incluso con nada. Simplemente desconectaba de la realidad.
Se levantaba y me decía: "Saya, así no vas a llegar a nada en la vida, ¿eh?", a lo que yo contestaba poniendo cara graciosa y encogiéndome de hombros. Él suspiraba y luego me miraba con una sonrisa melancólica, para tras un par de segundos, decirme: "No sé para qué me molesto. Si eres como yo: mal estudiante", y luego se reía, y yo con él, y volvía a sentarse a mi lado para intentar ayudarme.
Sonrío al acordarme, y luego me doy cuenta de que nuevamente he desconectado de la realidad. Alzo la cabeza y veo a mis compañeros de pie, saludando a la profesora que acaba de entrar, por lo que me levanto rápidamente antes de que se dé cuenta de que estoy sentada y saludo con el resto de la clase. 
***
Él me grita y yo interrumpo sus frases, como hemos practicado tantas veces. Aunque esta vez es distinta: estamos con público. Un público formado por los miembros del Club de Cine que van a grabar el corto, que observan con mirada crítica nuestra interpretación aquí en el área para intolerantes. Por supuesto, habíamos ensayado antes con ellos. Esta escena también, una única vez, y ni si quiera llegamos al momento del beso porque se me estaba haciendo tarde y tenía que ir a trabajar. 
Pero ahora no va a ser así. Ahora tendré un beso pasional delante de un grupo de unas ocho personas, lo cual me resulta un tanto incómodo. No me desconcentro, interpretando mi personaje, sin salir de él en ningún momento, pero al mismo tiempo sé que el momento se acerca.
Y entonces llega. Digo mi frase, Kiyoshi me agarra firmemente de los hombros, abro la boca como si fuera a decir algo y antes de que me dé cuenta le tengo besándome. Espero apenas un segundo en el que relajo mi cuerpo deliberadamente, y comienzo a responder a su beso, dejándome llevar, incluso. Siendo un poco yo. Al fin y al cabo, puedo disfrutar de esto, de tener a un chico besándome, con sus manos bajando a mi cintura; de notar el calor que su cuerpo emana, de poder hundir los dedos en su pelo.
Nos separamos apenas unos pocos segundos después, y continuamos con el guión. Me llevo la mano al codo izquierdo y lo agarro, adquiriendo una pose de nerviosismo. Digo mis frases y él dice las suyas, al tiempo que hacemos lo mejor que podemos las acciones del guión, hasta que termina la escena; momento en el que volvemos a ser nosotros.
Miro directamente a los miembros del club: la directora, sentada en una silla con las piernas cruzadas, tiene la mano en la barbilla como pensando; mientras el resto parecen aprobar la actuación.
- No ha estado nada mal - dice entonces la directora, y tanto los miembros de su club como Kiyoshi y yo no podemos evitar mostrar alivio.
Es una chica muy exigente.
- ¿Habéis estado ensayando por vuestra cuenta? - nos pregunta, y asentimos los dos - Pues ha sido buena idea. Seguid haciéndolo - nos felicita, y después añade - ¿También habéis ensayado la última escena?
- ¿Cuando vuelven a besarse, pero esta vez de manera cariñosa? - pregunto.
- Efectivamente - responde ella.
- Sí, hemos ensayado. El diálogo nos sale bien, el beso... - miro a Kiyoshi, que se encoge un poco de hombros - el beso no tanto - digo, concluyendo la frase.
- ¿Por? ¿Qué problema hay? - pregunta uno de los chicos, que creo que es el que escribió el guión.
- Nos queda un beso carente de cualquier tipo de sentimiento - responde mi compañero de reparto.
- Pero si éste ha sido... - dice el chico, y mira hacia abajo con las cejas alzadas buscando la palabra correcta - ha sido espectacular. 
- Y tuvimos que practicar para que fuera así - comenta Kiyoshi, en un tono de voz que me hace mirarle. 
Le encuentro con una media sonrisa satisfecha en el rostro, como acordándose del momento, y le doy un golpe con el codo. Me mira, borrando su sonrisa, y yo abro los ojos, señalando con una mirada a la gente del club.
Les miro, y les encuentro observándonos con cara de sorpresa. La directora toma aire y dice:
- No sé, ni quiero saber, qué hicisteis para que os quedara tan bien. Si queréis volver a hacerlo para solucionar el problema con el beso de la última escena, no tengo problema.  De hecho, no tengo problema si queréis volver a hacerlo por lo que sea. Es vuestra vida - nos dice. 
- No hicimos nada... - empieza a decir Kiyoshi, dándose cuenta de lo que su gesto ha supuesto, pero la directora levanta la mano, enmudeciéndole.
- He dicho que no lo quiero saber - dice, y baja la mano - ¿Os parece bien si grabamos esta escena hoy mismo?
Miro a mi compañero y, tras un entendimiento con apenas gestos, le digo que no hay problema alguno; por lo que colocan una serie de cámaras y focos, y luego comenzamos a grabar.
***
- ¿Pero cómo se te ocurre decir eso? - le digo a Kiyoshi, riéndome mientras caminamos a la salida del instituto, y él simplemente se encoge exageradamente de hombros - Se deben haber pensado que... - digo, y niego con la cabeza.
Sigo caminando pero siento que él ha dejado de ir a mi lado. Me giro y le veo con el peso apoyado en una sola pierna, con la cabeza un tanto ladeada, y con los brazos cruzados. Le falta un símbolo de interrogación gigante encima de la cabeza. 
Me acerco a él y le oigo decir a través de la máscara:
- Se deben haber pensado que...
Le doy un golpe cariñoso en el hombro y digo:
- Ya lo sabes.
- Dilo - me dice.
- ¿Por qué? Si ya lo sabes - contesto, cruzándome yo también de brazos.
- ¿Por qué no? - me pregunta, retóricamente, y no tengo respuesta para eso, así que tomo aire y, acercando un poco mi rostro a su máscara, digo:
- Se deben haber pensado que tuvimos sexo.
- ¡Y lo que habría dado por ello! - exclama, levantando un brazo, y le doy un golpe con la cadera, para luego alejarme corriendo.
Él me sigue, riéndose. Puedo oírle. Yo me río también.
Me alegro muchísimo de que mi compañera de club me pidiera que aceptara su papel en el guión, porque por fin he hecho migas con alguien en el instituto tras casi dos meses de solo tener... compañeros. Ahora tengo un amigo, y me lo paso rematadamente bien con él. Me gusta que diga lo que piensa según se le ocurre porque me río muchísimo, y necesito reírme. He pasado una temporada muy mala. Una dosis de humor diaria es lo que necesito para tener más energía, para ir superando lo ocurrido.
Kiyoshi saca eso de mí, y también me libera. Su falta de tabúes hace que yo relaje mis límites sociales, los temas de los que creo que debo hablar y los que no. Con él, en su casa, puedo hacerme una bola en el suelo apretándome la tripa porque me duelen los ovarios cuando tengo la regla, y sé que lo que hará será acercarse a mí para darme unas palmaditas en el hombro a modo de ánimo, y que yo le miraré como si me molestara y él fuera imbécil
y estuviera metiendo la pata; y luego sé que nos reiremos porque en realidad es todo fingido.
Es mi amigo, y me encanta pasar tiempo con él. Y creo que él también disfruta pasando su tiempo conmigo.
................................................................................................................................................................
Bueno, bueno, bueeeeeeeeeeeeeeno...
No sé qué deciros xD
Bueno, como veréis, he hecho un dibujo de ellos dándose el lote :'D Me costó un poco hacerlo, más de lo normal, quiero decir. O me salían con una cabeza gigante, o no estaba bien la perspectiva, o eran deformes... ¡y la mano de Kiyoshi, santo cielo, ¿por qué las manos son tan jodidas de dibujar? xD Es que me cago en la leche. Pero bueno, espero que os haya gustado.
También espero que os haya gustado el capítulo :3 
Os adelanto que en el siguiente habrá un diálogo gracioso del que me siento levemente orgullosa, ya lo veréis xD
Y bueno, poquilla cosa más, ¿no? Vamos, creo que sí.
Ah, esta es la entrada 95 publicada... es decir, quedan CINCO para llegar a la entrada 100. Había pensando en hacer algo especial, pero no se me ocurre qué u_u Si tenéis vosotros alguna idea, decídmela, que a mí no se me ocurre nada.
En fin, gracias a Pao D'Cid y Cgm por haber comentado la anterior entrada ^^ ¡Sois geniales! ¡Y estupendas! ¡Y se os quiere! :'DDDD
Un abrazo muy fuerte para todos ^^

11 feb 2014

[Intoxicados 6] - Pasional

- Así que... el problema es que no puedes ensayar las partes de beso con tu compañera de reparto - dice Saya, mirándome mientras da vueltas al contenido de su batido de chocolate con la pajita.
- Eso es - contesto yo, asintiendo con la cabeza.
- Y necesitas a alguien con quien practicar - apunta, enarcando una ceja.
- Efectivamente - afirmo.
- Y quieres que ese alguien sea yo - dice, y mientras yo vuelvo a responder afirmativamente, ella bebe un poco de su batido - Desde luego, es una manera original de pedirme que me enrolle contigo.
- No es por eso, es por-
- Tranquilo, si lo íbamos a hacer igual - dice, interrumpiéndome.
- ¿El qué? ¿Enrollarnos? - pregunto, confuso, y ella asiente - ¿Por qué?
- Porque tu compañera de reparto ya no lo es. Va al mismo club que yo, y me dijo que no podía besarse con un chico por el que no siente nada, por lo que me pidió que aceptara yo su papel en el corto, y dije que vale - me explica - Lo que no esperaba es que fueras precisamente tú mi compañero de reparto.
- ¿Hay algún problema con que sea yo?
- No, pero es curioso, ¿no crees? Quiero decir, te salvo el culo, canto contigo mientras tú tocas, te enseño el área para intolerantes... 
- Si te soy sincero, empecé a pensar que me estabas espiando o algo - digo, y me río, igual que ella.
- No estoy tan interesada en ti - responde, esbozando una media sonrisa.
- ¿Tan? - pregunto, apoyando los antebrazos en la mesa y acercándome a ella - ¿Acaso estás interesada?
- Me resultas... intrigante - responde, y luego le da un buen sorbo a su batido - Entonces... ¿empezamos hoy a ensayar?
- Por mí vale - digo, dejando de apoyarme en la mesa.
- ¿En tu casa o en la mía? - dice, en tono incluso sensual, pero cuando levanto la vista para mirarla me la encuentro conteniendo la risa, y soy completamente incapaz de no echarme a reír.
***
Estamos en el momento crucial. En el guión, los dos protagonistas, apenas un chico y una chica normales de instituto que se enamoran del otro, pelean porque ella se piensa que a él le gusta otra, y cuando están el punto más álgido de la pelea, se besan pasionalmente. Es decir, una escena digna de telenovela.
Ver a Saya enfadada me asusta, y eso que sé que está actuando, pero es buena. Es demasiado buena. Su ceño está fruncido, me grita, no duda en acercarse a mí, en acercar su rostro al mío y decir sus líneas entre dientes, con rabia, cargándolas de ácido. 
Yo luego respondo, gritando también, señalándola; pero su personaje corta constantemente las frases del mío, con risas sarcásticas, con comentarios hirientes, hasta que el mío la agarra de los hombros y la besa de manera un tanto violenta, pasando luego a ser un beso pasional dado que ella responde.
Así que llegamos a esa parte. Agarro sus hombros, y ella abre la boca como para decir algo, tal y como pone en el guión; y entonces yo, sin dudarlo, la beso.
Ella responde un tanto después, y está bien, pero acabamos por separarnos. Nos miramos, sin saber bien qué decir, hasta que ella dice:
- No ha sido pasional.
- Lo sé - digo, y me río para relajar la tensión.
- Es extraño porque la pelea nos ha quedado muy bien - comenta, llevándose la mano a la barbilla.
- Lo que es extraño es que dos personas se pongan a comerse la boca cuando están discutiendo, por eso no ha sido pasional. Es un beso raro, en realidad - digo, analizando la escena.
- Supongo que sí, pero necesitamos que sea pasional - dice, sentándose en el suelo.
- Sí, supongo que sí - digo yo, sentándome frente a ella, cruzando las piernas.
- Vale, venga. Cuanto antes mejor: bésame pasionalmente - dice, y luego se coloca frente a mí.
- ¿Qué? - pregunto, sorprendiéndome, y sintiendo cómo mis mejillas se sonrojan. 
- Que practiquemos únicamente el beso - responde ella, alzando ambas cejas.
- Bueno... vale - digo.
Me empiezo a acercar a ella, que hace lo mismo. No es mi primer beso, siquiera el primero con ella porque acabo de besarla, pero igualmente siento mi corazón acelerarse, más aún cuando por fin se unen nuestros labios. Siento su calor, su suavidad. Siento cómo atrapan los míos, cada mínimo movimiento.
Sin embargo, no vamos a más.
Ella se aleja y suspira:
- Tampoco ha sido pasional - dice, y al instante me mira con el ceño fruncido.
Me quedo quieto. Parece estar pensando en algo, cuando de pronto se acerca a mí y dice:
- No te emociones demasiado.
Antes de que me dé tiempo a preguntar por qué, está sentándose a
horcajadas sobre mí. La miro, incrédulo. Veo su ceño aún un tanto fruncido, sus mejillas sonrojadas, y su gesto de intentar concentrarse en lo que hace.
Entonces, antes de que termine de asumir lo que ocurre, pasa sus brazos por mis hombros, ladea la cabeza y comienza a besarme. Respondo a sus movimientos con otros, siguiéndola, dejando que marque el ritmo.
De pronto, me agarra las muñecas, y me lleva las manos a su cuerpo sin dejar de besarme. Las deja en su cintura, y es entonces cuando comprendo por qué no era pasional: no estaba tocándola. El mero hecho de tocarla me enciende, hace que pase de dejar que ella sea la que lidere a liderar yo. 
Agarro su cuerpo por encima de la ropa, sintiendo sus curvas y movimientos. Acaricio su lengua con la mía, muerdo sus labios, y antes de que me dé cuenta me estoy dejando llevar: bajo mis manos, sintiendo su cadera, y la atraigo a mí, para luego ir inclinándome hacia delante. 
Entiendo que a ella no le molesta, porque no deja besarme, y se agarra a mí, dejando que acabe tumbada en el suelo, conmigo encima de ella, apoyando el peso de mi cuerpo en mis rodillas y en el brazo izquierdo. Ella hunde las manos en mi pelo mientras yo deslizo la mano derecha por su cuerpo hasta llegar a su muslo, el cual acaricio, sintiendo su piel cuando terminan las medias escolares, acercándome a su intimidad.
Es entonces cuando me separo de ella, bruscamente, controlándome. No nos soltamos, ni nos movemos. Respiramos con fuerza, un tanto agitados. Puedo ver en su rostro, a escasos centímetros del mío, la misma excitación que siento yo.
- ¿Ha sido lo suficientemente pasional? - pregunto, susurrando.
Ella traga saliva y asiente a modo de respuesta, de manera que me separo de ella, y de pronto me siento tímido. Empiezo a juguetear con las ondulaciones de mi pelo, hasta que ella dice que deberíamos volver a practicar la escena desde el principio.
Alzo la mirada y la miro, sentada todavía. Me sorprende lo tranquila que parece estar. Me dedica una sonrisa amable, y luego me guiña el ojo.
***
Doy una vuelta en mi futón, intentando dormirme, viendo la luna a través de la barrera que rodea mi hogar y me protege del infecto aire exterior. 
No puedo parar de pensar en lo sucedido esta tarde con Saya. Vale, no era la primera vez que besaba a una mujer, ni que tocaba así a una mujer, ni que me encontraba en esa clase de situación. Pero sí era la primera vez que lo hacía con ella, y eso es lo que importa. Mi corazón latía tan fuerte que temía que se me saliera por la boca.
Y lo extraño es que no me gusta. Ella no me gusta. Bueno, físicamente sí, pero no de otra manera. Me parece simpática, agradable, graciosa... pero no me gusta. Esa clase de contacto ha hecho que quisiera ir a más, y ya está, y pensaba que iba a parar ahí, que no iba a ir más allá. Y ahora sin embargo estoy aquí sin poder parar de pensar en ella. Ya no sólo en lo de esta tarde, que también, si no en cómo tomaba su batido, en el día que cantó conmigo, en su espalda cuando estamos en clase... y no sale de mi cabeza. Y me fastidia.
No quiero que me guste alguien ahora. No quiero mantener una relación pudiendo ir sólo a zonas para intolerantes. ¿Y si vuelve a haber hordas de zombies? ¿Y si la ciudad queda invadida y tengo que huir y ella muere? Dolería demasiado. No puedo permitírmelo.
Pero Saya... Santo Dios, Saya. Ella es... 
Me llevo las manos a la cara, tapándome los ojos. Basta ya, deja de pensar en ella. Piensa en cualquier otra cosa. Duérmete de una vez.
................................................................................................................................................................
Os dije que os prepararais. OS LO DIJE.
También avisé de que esta historia tendría sus momentos picantes y los tiene xD Iros acostumbrando porque no será el último. Y si no os gustan, pues... :'D Pues no sé porque ya tengo todo escrito y sería un peñazo borrarlo todo. En todo caso, no lo leáis, estáis en vuestro derecho.
Pero en fin, eso... ¡que hay rollete! xD
Y bueno, supongo que también estaréis viendo que hay pequeños toques de humor y drama y tal... es decir, lo que dije que sería.
En fin ya dejo de enrollarme. 
 Eeeeeh... pues no mucho más. Sólo decir que el gif es del anime Kyoukai no kanata, es decir, que no me pertenece ni nada (ya me gustaría a mí dibujar tan bien y poder animar mis dibujos y eso, ¡ya me gustaría! xD). Respecto a dicho anime, os lo recomiendo.
Y en fin, eso. Muchas gracias a Cgm, Dolores Enima Neag y Pao D'Cid por comentar el anterior capítulo ^^ ¡Sois estupendas!
También gracias a todos los que no comentáis pero leéis ^^
Por último, espero que este capítulo os haya gustado. Poco a poco la relación irá avanzando y también iremos conociendo más cosillas de ambos personajes ;)
¡Un abrazo muy fuerte para todos!
 Nos leemos el viernes con el séptimo de Intoxicados y a lo largo de la semana con otras cosillas.

7 feb 2014

[Intoxicados 5] - Cuchillo

Me miro el brazo izquierdo, alucinada. Miro la mancha rojiza que se ha formado en el mismo de tanto frotar la esponja contra la zona. De pronto es como si volviera a mi realidad: estoy en mi piso, en la ducha, he vuelto de trabajar, y necesitaba lavarme. Entonces he echado gel en la esponja y... y ha pasado eso.
Me he empezado a sentir repentinamente sucia. He sentido la sangre de toda la gente que ha muerto a mis manos durante los tres años de supervivencia en medio del virus zombie. No hablo de los infectados que han muerto debido a mí, aunque también, porque en algún momento se encontrará una cura y esa gente podría haberse salvado; hablo de humanos, humanos infectados pero no convertidos, humanos sin infectar... humanos a los que he matado para sobrevivir yo, o por petición suya.
No son muchos en realidad. Seis. Pero con seis basta para sentir, a veces, que soy un monstruo. Para volver a notar su sangre sobre mi piel, como si me abrasara, como si me marcara. Y trato de limpiarme, desesperándome, haciendo que termine por hacerme daño.
Seis personas... entre ellas, Aiko, mi mejor amiga. Llevábamos juntas en el instituto desde la secundaria, vivía cerca de mi casa, solíamos quedar. El día que una horda de zombies atacó nuestro barrio, la maté, al igual que maté a mi padre, con quien estaba viviendo después de que mi madre decidiera desentenderse de su familia.
A pesar de que intentamos defendernos, los zombies entraron en la casa. Yo por aquél entonces daba clases de un arte marcial, por lo que tenía algunas armas, aunque sin afilar. Pero sirvieron para que mi padre y yo nos defendiéramos hasta que uno de ellos le mordió la pierna, y le siguieron otros cuatro, o cinco. No lo sé. Recuerdo a mi padre gritando, y yo estaba paralizada de miedo: la imagen que tenía ante mí, de mi propio padre, mi figura a seguir, siendo devorado vivo, me dejó en shock. Lo que me sacó de ello fue su voz pidiéndome que le matara, y lo hice. No podía soportar sus gritos, no podía soportar verle sufrir tanto.
Cogí un cuchillo que estaba usando como arma improvisada y se lo clavé en el ojo, llegando a su cerebro. Inmediatamente sentí como mis fuerzas se desvanecían, y estaba a punto de dejar que los zombies me devoraran cuando Aiko tiró de mí hacia atrás.
Me soltó una bofetada que hizo que espabilara, y las dos corrimos fuera de la casa. No sabía cómo había entrado, pero daba igual. Teníamos que ir a un lugar seguro, un lugar que ella nunca encontró, y yo tampoco. A medio camino de lo que habíamos marcado mentalmente como nuestro objetivo, es decir, el otro lado de un puente bajo el cual pasaba una enorme autopista; empezaron a aparecer zombies por todas partes.
Nos enfrentamos a ellos como pudimos, al tiempo que intentábamos huir, hasta que nos vimos rodeadas. Aiko me dijo que no quería morir así, no con tanto dolor, no siendo comida viva; y entonces le dije que la mataría si ella quería. Me miró como si fuera una psicópata, pero al mismo tiempo, como si fuese su única salvación.
- ¿De verdad lo harías? - me preguntó, y todavía puedo escuchar esas palabras resonando en mi cabeza.
Respondí asintiendo, y ella relajó su cuerpo, dejando caer sus armas al suelo, y esbozando una sonrisa cargada de desesperanza, dijo:
- Esto es una mierda, tía. Una puta mierda.
Una frase que ella solía decir. Asentí nuevamente, y luego fui directamente a rajar su garganta. Lo hice con el mismo cuchillo con el que había matado a mi padre, y también a unos cuantos zombies.
Después tiré el cuchillo al suelo y me dejé caer de rodillas, sintiendo que ya nada importaba. Recuerdo que miré al cielo, aceptando que iba a sufrir una muerte espantosa, y entonces apareció un todoterreno con supervivientes. Me llevaron consigo, aunque estaba en ese momento en un estado de pleno shock, y cuando me estaban llevando a otro lugar, tuve un ataque de pánico al darme cuenta de lo que había hecho.
Me tiro en la cama, con el albornoz pegado al cuerpo, sintiendo frío en las zonas que no están cubiertas. Mientras recordaba todo eso, me ha dado tiempo a terminar de ducharme y salir del baño con el albornoz puesto. Tenía pensado estudiar un rato antes de dormir, pero no voy a poder. No después de acordarme de todo esto.
Ojalá encuentren una cura pronto. Ojalá todo vuelva a ser como antes. Ojalá pueda salir a pasear bajo los cerezos en flor en primavera, y vivir despreocupadamente, y no tener que temer por una horda que se acerque a la ciudad. Ojalá que todo vuelva a ser como antes.
***
Estoy tranquilamente leyendo mis apuntes de Historia en mi club, intentando concentrarme, intentando estudiar; mientras tengo al jefe y su novia discutiendo en susurros, y a los otros dos miembros del club jugando a Jenga, totalmente concentrados en ello mientras yo temo la caída de la torre, cuando se oyen unos nudillos llamando a la puerta.
Levanto la cabeza de los apuntes para ver entrar a una chica que parece de primero, con el pelo recogido en dos coletas bajas.
- ¿Se puede? - pregunta, tímidamente.
- Ya has entrado - responde el jefe, un tanto borde.
- No seas maleducado - le espeta su novia, susurrando.
- Eeh... - balbucea ella, y le hago un gesto con la mano para que sepa que no pasa nada - Estoy buscando a alguien que quiera ser protagonista de un corto. Soy la jefa del Club de Cine.
- Deberías pasar por el Club de Teatro - digo en tono amable.
- Ya he ido, pero están preparando una obra de teatro y ninguno de ellos tiene tiempo - me cuenta - No sé, sólo necesitamos una chica, porque al chico ya lo tenemos.
- ¿Y de qué va el corto? - pregunta la chica que jugaba a Jenga.
- Es una historia de amor entre...
- ¡ME APUNTO! - exclama automáticamente ella, levantando la mano.
- Eeeeh... está bien. Acompáñame para que te dé el guión y conozcas al grupo con el que grabarás y tal - dice la jefa del otro club, e inmediatamente mi compañera se va.
Me encojo de hombros, y luego digo en tono bajo:
- Pues vale.
- ¿Pues vale, qué? - me pregunta el otro chico del club, el ajedrecista.
- Pues vale a lo que acaba de pasar - respondo.
- ¿Y no preferirías que fuera un "pues vale" a la pregunta de si quieres terminar esta partida de Jenga? - me pregunta, y luego me guiña un ojo.
Me río y dejo los apuntes. Si total, tampoco estaba estudiando.
***
Estoy relajadamente en casa, viendo un poco la televisión, cuando oigo las alarmas del edificio. Zombies. Zombies dentro del edificio.
Mi corazón se acelera de inmediato, pero cojo mi bate de béisbol y salgo del
apartamento, dispuesta a liquidar lo que sea que sea. Voy caminando por los pasillos, los descansillos, las escaleras... hasta que veo a una mujer con un bebé en brazos correr hacia mí.
- ¡Corre! ¡Son tres!
- ¿Hay más fuera? - le pregunto, y ella, según pasa por mi lado, dice:
- ¡No, es sólo aquí! ¡¡CORRE!!
Pero yo no corro, o al menos no en la dirección que ella corre. Yo corro hacia los zombies, a los cuales mato hundiendo sus cráneos gracias al bate. No me cuesta. De hecho, me resulta hasta sencillo.
Aunque, desde luego, lo que no hago es recogerlo. No voy a limpiar el desastre. Suficiente que les he salvado el culo a mis vecinos.
Sin embargo, me intriga demasiado el origen de estos zombies. No sé si vienen de fuera, no sé si un zombie mordió a un vecino y éste fue a su casa antes de convertirse y luego aquí mordió a otros... sea como sea, sólo puede significar que, o hay zombies en la ciudad, o se acerca una horda.
................................................................................................................................................................
Bueno, pues en este capítulo hemos descubierto un poco del pasado de Saya. El dibujo que he hecho de ella, es precisamente de ese pasado, cuando comenzó el apocalipsis y todo lo que ella ha narrado. Cuando llevaba el pelo largo en lugar de bien corto como ahora xD
Me ha gustado mucho dibujarlo y creo que ha quedado un resultado bastante decente. Espero que a vosotros también os guste.
Y por otra parte, también espero que os haya gustado el capítulo. Puede que ahora os parezca que este capítulo es un poco flojo, pero tiene su motivo de existir, ya veréis por qué ne próximos capítulos.
Que por otra parte, preparaos para el siguiente, ¿vale? No por nada gore ni trágico, pero preparaos... mwuehehehehehehe.
...
MWEEEHEHHEHEHEEHEH
También se acercan capítulos con más humor xD Ya lo iréis leyendo :P
En fin xD Muchísimas gracias a Pao D'Cid y Cgm por comentar y leer esta historia. Sois fantásticas las dos y os tengo mucho aprecio ^^
También gracias a todos aquellos que la leéis pero no comentáis. Lo agradezco igualmente.
Recordad que todavía podéis pasaros por AQUÍ para comentarme sobre qué queréis que escriba la semana que viene :)
Y bueno.... creo que nada más. 
Un abrazo muy fuerte para todos, gracias por leer y espero vuestros comentarios ^^